sábado, 30 de mayo de 2015

"El Manifiesto Comunista".- Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895)


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 "Un espectro se cierne sobre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada contra este fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.
 ¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios gobernantes? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes más avanzados de la oposición como a sus adversarios reaccionarios, el epíteto zahiriente de comunista?
 De este hecho se desprenden dos consecuencias:
 1.- Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias europeas.
 2.- Que ya es hora de que los comunistas expongan ante el mundo entero sus ideas, sus fines y sus aspiraciones; que opongan a la leyenda del espectro comunista un manifiesto del propio Partido.
 Con este fin, comunistas de diversas nacionalidades se han congregado en Londres y han redactado el siguiente Manifiesto, que será publicado en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.

I. Burgueses y proletarios

 La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.
 Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales en una palabra: opresores y oprimidos siempre se han enfrentado y han mantenido una lucha constante, velada unas veces y otra franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.
 En las primeras épocas de la Historia encontramos casi por todas partes una estructuración completa de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la Roma antigua hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales de los gremios y siervos de la gleba y, además, en casi todas estas clases aún encontramos gradaciones particulares.
 La moderna sociedad burguesa, que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clase. No ha hecho más que establecer, en lugar de las viejas, nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas formas de lucha.
 Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado los antagonismos de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, antagónicas: la burguesía y el proletariado.
 De los siervos de la Edad Media surgieron los ciudadanos libres de las primeras ciudades; de este estamento urbano brotaron los primeros elementos de la burguesía.
 El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. El mercader de China y de las Indias orientales, la colonización de América, el intercambio con las colonias, el incremento de los medios de cambio y de las mercancías en general dieron al comercio, a la navegación y a la industria un empuje hasta entonces desconocido, y aceleraron con ello el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.
 La antigua organización feudal o gremial de producción ya no podía satisfacer la demanda que crecía con la apertura de nuevos mercados. Ocupó su puesto la manufactura. La clase media industrial suplantó a los maestros de los gremios; la división del trabajo entre las diferentes corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro del mismo taller.
 Pero los mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar de la clase media industrial vinieron a ocuparlo los magnates de la industria -jefes de verdaderos ejércitos industriales-, los burgueses modernos.
 La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, la navegación y todas las comunicaciones por tierra, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y desplazando a segundo término a todas las clases heredadas de la Edad Media.
 La burguesía moderna, como podemos ver, es por sí misma el producto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de transformaciones radicales en el modo de producción e intercambio".

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