miércoles, 20 de diciembre de 2017

Héroes, maravillas y leyendas de la Edad Media.- Jacques Le Goff (1924-2014)


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El castillo

«Desde la Edad Media se lo ha confundido a veces con el palacio, pero en la historia hay que distinguir cuidadosamente la realidad del mito. El palacio tiene dos características particulares que le alejan del castillo o del alcázar. En primer lugar, es en esencia una morada real, o al menos principesca, mientras que el castillo pertenece a un simple señor, a pesar de que los reyes puedan, en tanto señores, construir castillos. De las dos funciones esenciales que tiene el castillo, la militar y la residencial, esta última es la que habitualmente prima en el palacio, mientras que la función militar es más propia del castillo.
 El castillo está estrechamente vinculado al feudalismo. Su imagen recurrente en el imaginario europeo indica que la época y el sistema feudal, que rigió entre el siglo X y la Revolución francesa, fue un estrato fundamental de las realidades materiales, sociales y simbólicas de Europa. De manera general, puede advertirse una lenta pero constante evolución del castillo desde su papel de fortaleza hasta el de residencia. Es curioso que su transformación -el castillo ha estado estrechamente unido a la actividad militar- se suscitara de manera decisiva en los siglos XIV-XV debido a una revolución técnica: la artillería. Como las murallas no resistían los cañonazos, el castillo pasó a ser una reliquia, un símbolo, una ruina y, para muchos, nostalgia. Pero el período que nos interesa aquí, el de la larga Edad Media, ha propuesto una buena definición para el castillo: una fortaleza habitada.
 Entre los siglos X y XII, el castillo primero aparece con dos formas: en el norte de Europa, con torres y habitáculos modestos fortificados, erigidos en alturas naturales o artificiales: es el castillo sobre un montículo; en la Europa meridional, este castillo precoz se erige preferentemente sobre alturas naturales y rocosas. Contrariamente a lo que a veces se ha escrito, los castillos erigidos sobre montículos o sobre rocas no fueron construidos a base de madera, sino que desde el principio fueron de piedra. [...] De manera general, el castillo, al igual que el claustro, no se separa de su entorno natural. Es decir, a diferencia de la catedral, que está integrada -aunque también la domina- en la ciudad y que sólo evocó a la naturaleza cuando el imaginario romántico, como hemos visto, hizo de ella un bosque, el castillo arraigó el feudalismo en el suelo. Pese a que en algunas regiones de Europa se construyera en las ciudades, como en Normandía (Caen), en Flandes (Gante) o en muchos sitios de Italia, el castillo sigue estando asociado al campo y, más aún, a la naturaleza. Es la unidad de la red espacial de habitación establecida, en la realidad y en el imaginario europeo, por el feudalismo.
 En los siglos XI y XII, el desarrollo de los castillos sobre montículos suscitó la construcción de fortalezas que dejarían, en el imaginario europeo, una de las formas espectaculares del castillo fortificado. Fue la torre del homenaje (en francés donjon, término procedente de dominionem, lugar señorial, cuya etimología deja en claro que el castillo fue, fundamentalmente, un centro de mando). El derecho de fortificación de un castillo y, por lo tanto de su construcción, era un privilegio que otorgaba el rey. Pero una de las características del feudalismo fue la de desposeer a la monarquía de sus privilegios en beneficio de los señores. Los castellanos -a quienes, en principio, los soberanos habían confiado castillos- rápidamente se convirtieron en sus dueños. Y la reapropiación de esos castillos por los reyes y los príncipes constituye un largo episodio significativo de la época feudal, después del tiempo de lo que Georges Duby llamó las "castellanías independientes" de principios del siglo XI y de mediados del XII. Los duques de Normandía, los reyes de Inglaterra o los reyes de Aragón recuperaron fácilmente el poder sobre los castillos de su aristocracia, pero la lucha, en los siglos XI y XII, de los primeros reyes capetos contra los castellanos de Île-de-France fue larga y difícil.
 El castillo se extendió por toda la cristiandad. Al principio, sobre todo apareció en las zonas fronterizas, en las zonas de conflictos. Así, en contacto con el islam ibérico [...] Castilla, por ejemplo, les debe su nombre. La construcción del feudalismo desarrolla en los señoríos pueblos fortificados, castillos que reúnen a todos los habitantes del señorío o a una buena parte de ellos. Pierre Toubert, que ha estudiado el fenómeno en el Lazio, ha propuesto el término incastellamento, que se ha convertido en uno de los aciertos del vocabulario del feudalismo medieval. Si bien entre los siglos XI y XVI se construyeron castillos por todas partes, algunas regiones fueron especialmente activas al respecto debido a los conflictos militares y a las instalaciones feudales. Así, el país de Gales, codiciado por los ingleses, en el siglo XIII se cubrió de castillos. Y en España, donde los soberanos cristianos de la Reconquista les prometían a los guerreros que les seguían los castillos existentes o los castillos en construcción, proliferaron rápidamente. Fue entonces cuando nació la expresión francesa "châteaux en Espagne", que instalaba, en el sueño de la Europa cristiana, la importancia de los castillos. 
 En su tiempo, y también en el imaginario moderno y contemporáneo, algunos castillos han adquirido una personalidad impresionante. Sin la espiritualidad de la catedral, el castillo proclama, no obstante, su potencia simbólica y se impone como imagen de la fuerza y del poder. [...] Hacia 1240, Federico II, emperador de Alemania y rey de Sicilia, hizo construir en Abulia el Castel del Monte,un castillo en forma octogonal que es una obra maestra de la arquitectura y la ornamentación, pues combina las grandes tradiciones arquitectónicas cristianas y musulmanas de aquella época.
 Tenemos la costumbre de considerar que el castillo de Coucy, que el conde Enguerrando III hizo reconstruir entre 1225 y 1245, es una ruina ejemplar de lo que fue un castillo medieval. He aquí la descripción que un arqueólogo ha hecho sobre él: "Es una fortaleza de aquel tiempo que está entre las más impresionantes, con su plano trapezoidal, sus cuatro torres en los ángulos, su enorme torre del homenaje en la fachada más larga totalmente aislada de la muralla por un profundo foso: las dimensiones hacen de él una formidable fortaleza. Muros de seis metros, torres de cuarenta metros de alto y la torre del homenaje de cincuenta y cinco metros de alto y treinta y uno de diámetro".
 Si bien el castillo en un entorno natural es el modelo por excelencia del castillo fortificado feudal, los castillos urbanos también nos han dejado prestigiosos ejemplos. [...] En Italia, el soberano más prestigioso aunque no siempre el más obedecido, el papa, remodeló, para convertirlo en un castillo a la vez militar y residencial, un monumento de la Antigüedad, la enorme tumba del emperador Adriano, transformado así en el castillo de Sant'Angelo. Cuando los papas, en el siglo XIV, dejaron Roma para instalarse en Aviñón, hicieron construir allí uno de los castillos más espectaculares, una residencia que a pesar de su nombre de Palacio de los Papas es más bien una fortaleza.»

 [El extracto pertenece a la edición en español de Paidós, en traducción de José Miguel González Marcén. ISBN: 978-84-493-2396-6.] 
 

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