sábado, 13 de mayo de 2017

"El alma está en el cerebro".- Eduardo Punset (1936)


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 Capítulo XII: Inteligencia creativa
 Experiencia, conocimiento, imaginación y venta

«La experiencia es una de las bases de la creatividad, pero hay personas que no utilizan bien sus experiencias. Podría incluso decirse que lo que distingue al individuo creativo es precisamente el intentar corregir y mejorar en algún sentido. El profesor Carlos Alonso nos recordaba, en este sentido, cierta experiencia docente que se llevó a cabo en Inglaterra durante un tiempo: "Se fomentaron mucho los centros educativos basados exclusivamente en la creatividad y fueron un desastre pavoroso". Todo falló porque la creatividad se fundamenta en los conocimientos, y cuando faltan los conocimientos, la creatividad no puede funcionar. "Es algo que parece contradictorio y, sin embargo, es real. Alimentar el cerebro con una información amplia y abundante es imprescindible para que pueda surgir la creatividad".
 Sin embargo, Sternberg nos hablaba de la "inteligencia tácita", aquella que sirve para poder desenvolverse en escenarios o entornos absolutamente desconocidos. Y, además, se ha descubierto que las personas que tienen esta "inteligencia tácita" obtienen mejores resultados en los test de inteligencia académica o clásica. La respuesta de Carlos Alonso a esta aparente contradicción es que no se trata simplemente de saber, sino de saber utilizar el saber. "Es otra cuestión clásica: cómo se conjugan creatividad, sabiduría e inteligencia. Todos conocemos a sujetos a los que llamamos 'empollones': tienen una inteligencia lata pero una creatividad baja. En esos casos, la inteligencia no produce necesariamente creatividad".
 En el arte ocurre lo mismo. Uno de los factores fundamentales es la facultad de la imaginación. Sin imaginación, nos decía Antoni Marí, no se puede hacer nada. "Es decir: ni la inteligencia ordenada ni el conocimiento especializado permiten crear nada si no existe imaginación. La imaginación es justamente la facultad que hace saltar los resortes que se asientan en esas facultades".
 La imaginación es la facultad de generar imágenes a partir de la experiencia; es también la proyección del deseo y de la idea más allá de la realidad. El artista, como el individuo creador, genera sus obras a partir de la imaginación.
 Según el profesor Marí, no conviene confundir al creador con el individuo creativo: todos los hombres y las mujeres somos creativos. La creatividad es propia del ser humano. Es creativo por naturaleza, aunque no todos los seres humanos son creadores en sentido estricto. La vida nos obliga a ser creativos, a desenvolvernos y a procurar soluciones a los problemas comunes y cotidianos. Esa característica humana también es creatividad: conseguir hacer una cena cuando no hay demasiados ingredientes en la nevera, o solventar un problema en la impresión de documentos o buscar una solución ingeniosa para una puerta que no cierra o buscar el modo de ver dos programas de televisión que se emiten a la misma hora... Esta creatividad se puede usar para el bien o para el mal. (Cómo conseguir, mediante argucias complejas, que despidan a un compañero de trabajo o cómo conseguir engañar al marido sin que éste se dé cuenta). La creación artística es distinta porque sus propuestas generalmente son inconscientes y, según Marí, casi irresponsables: es la capacidad de imaginar más allá de las fronteras de la realidad.
 ¿Y somos más creativos ahora de lo que éramos hace doscientos años o hace un millón de años? ¿Somos paulatinamente más creativos y más inteligentes o no podemos estar seguros de esto? "Yo diría que no", afirmaba Antoni Marí. "Parece haber un grupo o una élite supercreativa que crea para los demás y los demás se avienen o no tienen más remedio que avenirse, pero no se da espacio necesario para que la creatividad surja en lo pequeño y en lo inmediato".
 Lo que sugería nuestro invitado era realmente grave. Es el uso de la creatividad como imposición o liderazgo. Hace diez mil años se produce la revolución de la agricultura. Los pueblos domestican a los animales y las plantas y, por primera vez en la historia del hombre, se genera un excedente que permite alimentar al grupo y comerciar con los productos. ¿Lo que ocurrió fue que una pequeña élite ideó la manera de beneficiarse de ese hallazgo? Entonces... ¿seguimos igual? ¿Es que la creatividad o la inteligencia creativa sirven para la dominación o para la creación de sistemas sociales en los que esas personas controlan a los demás? En definitiva: ¿la creatividad puede entenderse como un impulso de control?
 Se trata de un planteamiento realmente complejo. En la actualidad, los expertos niegan la existencia de actos creativos puros. ¿En qué sentido? En el sentido de que el acto creativo es siempre un acto social y tiene que estar integrado socialmente. "El cuadro de Las señoritas de Aviñón, de Picasso, no se pudo entender como un acto creativo mientras estuvo en el estudio del artista de cara a la pared. Y Van Gogh no fue creativo hasta que no fue aceptado como artista". En definitiva, para que alguien sea considerado como un individuo creativo, debe tener alguna influencia sobre los demás: los demás deben considerarlo creativo. Un individuo puede ser un gran pintor o un excelente novelista o un matemático genial, pero si los "porteros de la sociedad" no le abren el paso, nadie los considerará como tales y, por tanto, su creatividad será inútil: para que la creatividad sea, tiene que estar integrada socialmente. Los filtros sociales son los críticos, los profesores, los expertos, la industria mercantil...»
 

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