"La doctrina de las ideas nació entre sus fundadores de la consecuencia de los argumentos de Heráclito sobre la verdad de las cosas; argumentos que los persuadieron y según los cuales todas las cosas sensibles se encuentran en un flujo perpetuo, de forma que si hay ciencia y conocimiento de algo deben existir realidades fuera de las naturalezas sensibles, realidades permanentes, pues no hay ciencia de lo que está en perpetuo fluido. Sócrates se encerró en el estudio de las virtudes morales y fue el primero que planteó el problema de la definición general de estos objetos, pues, entre los físicos, Demócrito se había empeñado en una pequeña parte de la física y sólo definía lo caliente y lo frío y, anteriormente, los pitagóricos no habían definido más que un pequeño número de seres, de los cuales redujeron las nociones a los números: así eran las definiciones de la ocasión, lo justo o el matrimonio. Con razón Sócrates buscaba la esencia pues intentaba hacer silogismos y el principio de los silogismos es la esencia. La dialéctica no era todavía en aquel tiempo potencia bastante fuerte para razonar sobre los contrarios independientemente de la esencia y para determinar si la ciencia de los contrarios es una. Por lo tanto, con justo motivo podemos atribuir a Sócrates el descubrimiento de estos dos principios: el discurso inductivo y la definición general, ambos relativos al punto de partida de la ciencia. Sin embargo, Sócrates no concedía existencia separada a los universales ni a las definiciones.
Por el contrario, los filósofos que vinieron después de él las separaron y dieron a tales realidades el nombre de ideas. Y así llegaron a otra consecuencia por un razonamiento idéntico: admitir como ideas todo aquello que es universal, y esto era casi como si alguien quisiera hacer una cuenta y creyese no poder conseguirla porque los números fueran demasiado pequeños y entonces los aumentara para efectuar su cuenta. En efecto, existe un mayor número de ideas, por decirlo así, que de individuos sensibles de los cuales esos filósofos buscan las causas y de los cuales proceden para llegar a las ideas. Efectivamente, a cada cosa corresponde una realidad homónima, y existiendo aparte tantas sustancias propiamente dichas como esencias de las demás cosas que suponen la unidad de una multiplicidad, ya se trate de una multiplicidad sensible o de una multiplicidad eterna.
Luego, partiendo de todos los argumentos dialécticos mediante los cuales los platónicos pretenden demostrar la existencia de las ideas, llegan a la conclusión de que ninguno es evidente. Algunos de ellos no conducen a una conclusión necesaria, otros establecen ideas de las cosas que, según la misma opinión de lo platónicos, no las tienen. En efecto, de los argumentos basados en la existencia de las ciencias surgirán ideas de todas las cosas que son objeto de una ciencia; del argumento de la unidad de una multiplicidad surgirán también negaciones; finalmente, del argumento de que incluso lo que perece constituye un objeto del pensamiento surgirá también la idea de los objetos destruidos , pues su representación sigue presente en el pensamiento. Incluso algunos razonamientos más exactos conducen unos a admitir las ideas de los relativos y otros al argumento del tercer hombre. (Ahora bien, lo relativo no es considerado por los platónicos como un género en sí)".
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