viernes, 9 de enero de 2015

"Satiricón".- Petronio ( c. 14/27 - 65)

   

"Puesto en forma por esta narración, empecé a preguntarle, pues entendía más que yo, la antigüedad de los cuadros y algunos temas para mí oscuros, así como la causa de la presente decadencia toda vez que las bellas artes están en crisis y de entre ellas la pintura no deja la menor huella de sí misma. Entonces él me explicó:
-El deseo de riquezas ha provocado esta subversión. Pues en los tiempos de antes, cuando satisfacía aún la virtud pura y simple, las artes liberales florecían y había entre los hombres mucha competencia a fin de que nada que pudiera aprovechar a los siglos venideros quedara ignorado mucho tiempo. Por eso Demócrito extrajo el jugo de todas las plantas y para que ninguna fuerza de los minerales o plantas quedase sin conocer, consumió su vida entre experimentos. Eudoxo, por su parte, envejeció en la cima de un monte elevadísimo para observar los movimientos de los astros y de la esfera celeste, y Crisipo a fin de estar a punto para sus descubrimientos desembotó por tres veces su espíritu con eléboro. Y para pasar a las artes plásticas, Lisipo se murió de hambre obsesionado por dar los últimos toques a una sola estatua, y Mirón, que casi encerró en el bronce el alma de hombres y animales, no tuvo tiempo de darse un heredero. Nosotros, en cambio, sepultados en vino y mujerzuelas, no nos atrevemos a trabar conocimiento ni siquiera con las artes ya establecidas; pero eso sí, censurando la antigüedad solamente enseñamos y aprendemos sus vicios. ¿Dónde está la dialéctica? ¿Dónde la astronomía? ¿Dónde la muy estrecha senda de la sabiduría? ¿Quién ha ido jamás a un templo y ha hecho un voto por ver si lograba llegar a la elocuencia? ¿Quién, por si alcanzaba las fuentes del verdadero saber? Ni siquiera se pide buen ánimo o buena salud, sino que antes de tocar su umbral, uno promete una ofrenda si logra enterrar a un pariente rico, otro si logra desenterrar un tesoro, otro si con vida y salud logra alcanzar los treinta millones. El propio Senado, maestro de justicia y bondad, suele prometer mil libras de oro al Capitolio; y para que a nadie remuerda la conciencia al ambicionar riquezas, compromete incluso a Júpiter engrosando su arca. No te asombres, pues, si la pintura se ha hundido, cuando a todo el mundo, dioses y hombres, les parece más atractivo un montón de oro que cuanto hicieron Apeles y Fidias, esos pobres griegos lunáticos". 

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