martes, 13 de septiembre de 2016

"El maravilloso mundo de la música".- Kurt Pahlen (1907-2003)


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 4.- Un paseo dominical y una conversación sobre cosas importantes

 "-Sí, la música viene de la alegría y de la tristeza, del amor y del trabajo, de la fe y de la danza. Estas son cosas bien distintas, ¿no es verdad? Pero es así. Cuando estamos alegres, entonces cantamos. Todas las fiestas alegres van acompañadas de música. Este era el caso ya en los primeros tiempos. Cuando la caza o la pesca eran abundantes, cuando nacían niños en las aldeas, cuando una tribu conseguía una victoria sobre sus enemigos, cuando detrás del frío invierno venía la primavera, entonces la alegría reinante se expresaba en el canto. Pero la tristeza también ha empujado a los hombres frecuentemente hacia la música: la nostalgia de la patria lejana, de la que hubo que partir, o la muerte de una persona querida. Y también he mencionado el amor: ¿no cantan vuestras mamás a vuestros hermanitos mientras se duermen? Todas las madres en todo el mundo tienen tales canciones, de cuna, cada una en su idioma, cada una con su melodía, pero todas llenas de amor. Y ya en los tiempos antiguos el mozo cantaba a su novia una bella canción. Más quizá os haya parecido extraño que después os haya hablado del trabajo como fuente de la música. Bien, hace ya mucho tiempo los hombres descubrieron que la música podía aliviarles una tarea pesada. Con seguridad vosotros mismos ya habréis advertido cuánto más fácil resulta el marchar si se sigue a una banda militar o se canta una canción de marcha. Antiguamente los herreros cantaban cuando golpeaban en el yunque, los zapateros marcaban el compás con su martillo y lo mismo hacían los campesinos. ¿Habéis oído hablar de los famosos remolcadores del Volga? Eran los hombres que en el poderoso curso del Volga, en Rusia, tiraban desde la orilla de los cables que hacían ir a las pesadas embarcaciones contra la corriente; para ayudarse cantaron durante siglos una canción que tenía precisamente el lento y pesado ritmo de sus pasos. La canción los distraía del esfuerzo físico y así se cansaban mucho menos que si no tuvieran ese canto. En consecuencia, el trabajo tiene también muchísimas relaciones con la música. Y después os he mencionado la fe, las creencias. Juan nos hablaba hace un momento de la música tan bonita que oyó en la iglesia. Todos los pueblos cantan canciones a su Dios y así ha ocurrido siempre. Muchos pueblos antiguos consideraban la música como un regalo Dios a los hombres y por ello se lo agradecían con canciones, le imploraban con cantos, ensalzaban con música su poder y su gloria. Y finalmente, la danza: sin música apenas podemos representarnos la danza, ¿no es cierto? Tan grande y tan ancha es la tierra y, sin embargo, no hay un solo pueblo que no conozca el baile y la música de danza.
 Después continuamos paseando en silencio por el parque, bonito y soleado. Los niños tenían la cara seria y esto no me pareció lo más a propósito para pasar una mañana divertida. ¡Seguramente había hablado yo demasiado y con excesiva gravedad! Así que continué en otro tono:
 -Sí, aun cuando todos los pueblos conocen y aman la música, sus concepciones de ella son completamente distintas. Lo que le gusta a uno, puede hallarlo odioso el otro. Hace algunos años un príncipe de un lugar muy lejano vino a una ciudad europea, y una orquesta dio en su honor un concierto. Después se le preguntó qué era lo que le había gustado más. El "comienzo", contestó, y se creyó que se refería a la primera pieza. Pero entonces aclaró que lo que más le había gustado era lo que había sonado antes de la primera pieza. ¡Antes de la primera pieza los músicos habían afinado sus instrumentos, como tienen que hacerlo siempre antes de un concierto! Cada uno de ellos toca un par de notas; el uno aprieta más una cuerda para que así suene más alta y el otro la afloja para que su sonido sea más grave: en resumen, allí domina un barullo regular. ¡Pero justamente esto era lo que le había gustado al príncipe!
 -¿Para qué afinan los músicos sus instrumentos? -preguntó Cristina.
 Juan se echó a reír. Pero yo no encontré su pregunta tonta en ningún caso. Sí, ¿para qué afinan los instrumentos antes de utilizarlos? O: ¿se afinan todos los instrumentos antes de tocarlos? Ahora Juan también cayó en la cuenta de que nunca se había hecho esa pregunta".

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