Era estupendo quemar
"Montag se sintió a gusto y cómodo.
-¿Por qué no estás en la escuela? Cada día te encuentro vagabundeando por ahí.
-¡Oh, no me echan en falta! -contestó ella-. Creen que soy insociable. No me adapto. Es muy extraño. En el fondo, soy muy sociable. Todo depende de lo que se entienda por sociable, ¿no? Para mí representa hablar de cosas como éstas. -Hizo sonar unas nueces que habían caído del árbol del patio-. O comentar lo extraño que es el mundo. Estar con la gente es agradable. Pero no considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y, después, no dejar que hable. Una hora de clase TV, una hora de baloncesto, de pelota base o de carreras, otra hora de transcripción o de reproducción de imágenes, y más deportes. Pero ha de saber que nunca hacemos preguntas o, por lo menos, la mayoría no las hace; no hacen más que lanzarte las respuestas, ¡zas!, ¡zas!, y nosotros sentados allí durante otras cuatro horas de clase cinematográfica. Esto no tiene nada que ver con la sociabilidad. Hay muchas chimeneas y mucha agua que mana por ellas y todos nos decimos es vino, cuando no lo es. Nos fatigan tanto que al terminar el día sólo somos capaces de acostarnos, ir a un Parque de Atracciones para empujar a la gente, romper cristales en el Rompedor de Ventanas o triturar automóviles en el Aplastacoches, con la gran bola de acero. Al salir en automóvil y recorrer las calles, intentando comprobar cuán cerca de los faroles es posible detenerte o quién es el último que salta del vehículo antes de que se estrelle. Supongo que soy todo lo que dicen de mí, desde luego. No tengo ningún amigo. Esto debe demostrar que soy anormal. Pero todos aquéllos a quienes conozco andan gritando o bailando por ahí como locos, o golpeándose mutuamente. ¿Se ha dado cuenta de cómo, en la actualidad, la gente se zahiere entre sí?
-Hablas como una vieja.
-A veces, lo soy. Temo a los jóvenes de mi edad. Se matan mutuamente. ¿Siempre ha sido así? Mi tío dice que no. Sólo en el último año, seis de mis compañeros han muerto por disparo. Otros diez han muerto en accidente de automóvil. Les temo, y ellos no me quieren por este motivo. Mi tío dice que su abuelo recordaba cuando los niños no se mataban entre sí. Pero de eso hace mucho, cuando todo era distinto. Mi tío dice que creían en la responsabilidad. Ha de saber que yo soy responsable. Años atrás, cuando lo merecía, me azotaban. Y hago a mano todas las compras de la casa, y también la limpieza. Pero por encima de todo -prosiguió diciendo Clarisse-, me gusta observar a la gente. A veces me paso el día entero en el "Metro", y los contemplo y los escucho. Sólo deseo saber qué son, qué desean y adónde van. A veces, incluso voy a los parques de atracciones y monto en los coche cohetes cuando recorren los arrabales de la ciudad a media noche y la Policía no se mete con ellos con tal de que estén asegurados. Con tal de que todos tengan un seguro de diez mil, todos contentos. A veces me deslizo a hurtadillas, y escucho en el "Metro". O en las cafeterías. Y, ¿sabe qué?
-¿Qué?
-La gente no habla de nada.
-¡Oh, de algo hablarán!
-No, de nada. Citan una serie de automóviles, de ropa o de piscinas, y dicen que es estupendo. Pero todos dicen lo mismo y nadie tiene una idea original. En los cafés, la mayoría de las veces funcionan las máquinas de chistes, siempre los mismos, o la pared musical encendida y todas las combinaciones coloreadas y bajan, pero sólo se trata de colores y de dibujo abstracto. Y en los museos... ¿Ha estado en ellos? Todo es abstracto. Es lo único que hay ahora. Mi tío dice que antes era distinto. Mucho tiempo atrás los cuadros, algunas veces, decían algo, o incluso representaban personas.
-Tu tío dice, tu tío dice... Tu tío debe ser un hombre notable.
-Lo es. Sí que lo es. Bueno, he de marcharme. Adiós, Mr. Montag".
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