sábado, 9 de enero de 2016

"Reformemos el islam".- Ayan Hirsi Ali (1969)


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Introducción: Un islam, tres grupos de musulmanes

 "Cuando afirmo que el islam no es una religión de paz, no me refiero a que las creencias islámicas induzcan de forma natural a los musulmanes a la violencia. Es evidente que no es así: hay millones de musulmanes pacíficos en el mundo. Lo que digo es que la llamada a la violencia y su justificación se hallan de forma explícita en los textos sagrados del islam. Además, esta violencia sancionada desde un punto de vista teológico puede activarse por distintas ofensas, incluidas pero no limitadas a la apostasía, el adulterio, la blasfemia e incluso algo tan vago como las amenazas al honor familiar o al honor del islam en sí.
 Sin embargo, desde el momento en que empecé a argumentar que existía un vínculo indisoluble entre la religión en la que me educaron y la violencia de organizaciones como Al Qaeda y el autoproclamado Estado Islámico (en adelante EI, aunque otros prefieren el acrónimo ISIS o ISIL), he sido víctima de varios intentos para silenciarme.
 Las amenazas de muerte son, por supuesto, la forma de intimidación más inquietante. Pero también he sido víctima de otros métodos menos violentos. Organizaciones musulmanas como el CAIR han intentado impedir que hablara con libertad, sobretodo en campus universitarios. Algunos han argumentado que como no soy una estudiosa de la religión islámica, ni tan siquiera una musulmana practicante, no soy un autoridad competente en la materia. En otros lugares, ciertos musulmanes y liberales occidentales me han acusado de "islamofobia", una palabra destinada a equipararse con "antisemitismo", "homofobia" u otros prejuicios que las sociedades occidentales han aprendido a aborrecer y condenar.
 ¿Por qué toda esta gente se siente impelida a silenciarme, a protestar en contra de mis apariciones públicas, a estigmatizar mis opiniones y echarme del estrado con amenazas violentas y de muerte? No es porque sea una ignorante o esté mal informada. Al contrario, mis opiniones sobre el islam se basan en mi conocimiento y experiencia como musulmana, después de vivir en sociedades musulmanas -incluida La Meca, el corazón de la fe islámica- y de mis años de estudio del islam como practicante, estudiante y profesora. El auténtico motivo es obvio: se debe a que no pueden refutar mis argumentos. Y no estoy sola. Poco después del atentado contra Charlie Hebdo*, Asra Nomani, una reformista musulmana, criticó lo que ella llama la "brigada del honor", una camarilla internacional y organizada, empeñada en silenciar el debate sobre el islam.
 Lo más vergonzoso es que esta campaña es efectiva en Occidente. Los liberales occidentales parecen haberse unido en contra del pensamiento crítico y el debate. Nunca dejará de sorprenderme el hecho de que no musulmanes que se consideran liberales -incluidas feministas y defensores de los derechos de los homosexuales- se hayan dejado convencer de un modo tan burdo para ponerse del bando de los islamistas, y en contra de críticos musulmanes y no musulmanes. [...]
 A fin de cuentas, no son únicamente Al Qaeda y el EI los que muestran el lado violento de la práctica y la fe islámica. También es Pakistán, donde cualquier declaración crítica con el Profeta o el islam se considera una blasfemia y punible con la pena de muerte. Es Arabia Saudita, donde las iglesias y las sinagogas están prohibidas, y donde las decapitaciones son una forma legítima de castigo, hasta tal punto que en agosto de 2014 se produjo casi una decapitación diaria. Es Irán, donde la lapidación es un castigo aceptable y los homosexuales son ahorcados por su "crimen". Es Brunei, donde el sultán está restaurando la sharía, lo que permitiría castigar la homosexualidad con la muerte". 
 
 
* Revista satírica francesa.

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