"La mayor parte de las opiniones generales relativas a la sensación se reducen a dos tipos: en efecto, unos la explican por lo semejante y otros por lo contrario. Parménides, Empédocles y Platón la explican por lo semejante; los seguidores de Anaxágoras y Heráclito, por lo contrario. Los primeros se convencieron porque la mayoría de las cosas son conocidas por la semejanza y porque es connatural a todos los animales conocer a los de su misma especie; también porque el sentir acontece por causa del efluvio, al tiempo que lo semejante conduce a lo semejante.
Los segundos, a su vez, suponiendo que la sensación se produce en la alteración y que lo semejante no es afectado por lo semejante mientras lo contrario es afectado (por lo contrario), decantaron su opinión hacia esta última tesis; creen que es una prueba en su favor lo que ocurre en el tacto, pues lo que es caliente o frío en el mismo grado que nuestra carne no produce sensación. Así pues, éstas son las opiniones generales transmitidas sobre la sensación. Sin embargo, acerca de cada sensación en particular, los demás casi lo dejan de lado, mientras Empédocles intenta referirlas a la semejanza.
Parménides, en efecto, por decirlo brevemente, nada ha definido, sino solamente que, habiendo dos elementos, la cognición es acorde con el que predomina. Pues, según predomine lo caliente o lo frío, se produce un pensamiento distinto, siendo mejor y más puro el que procede de lo caliente; no obstante, también éste necesita una cierta proporción; [...]
Dice, en efecto, que sentir es lo mismo que pensar, y por ello la memoria y el olvido proceden de los citados elementos a causa de la mezcla; pero si se igualan en la mezcla, no determinó si se daría pensamiento o no, y cuál sería su índole. Sin embargo, que también por el principio contrario en sí (es decir, el frío) cree que hay sensación es evidente cuando dice que el cadáver no percibe la luz, el calor y el sonido debido a la pérdida del fuego, percibiendo, en cambio, el frío, el silencio y los contrarios, y que en general todo lo que existe tiene algún tipo de cognición. De esta manera, pues, él mismo parece cercenar con tal afirmación las dificultades que advienen a causa de su teoría.
Platón, en cambio, se ocupa más de las sensaciones particulares, pero no habló de todas, sino sólo del oído y de la vista. La vista la considera de fuego (por ello dice que el color es una llama que procede de los cuerpos, la cual tiene porciones proporcionales a la vista), de manera que, tras producirse el efluvio y debiendo efectivamente adaptarse mutuamente, la visión sale hasta un cierto punto y se funde con las porciones del efluvio de los cuerpos y de tal modo sucede que vemos. Es como si planteara su opinión en una posición intermedia entre quienes sostienen que es la vista la que choca con los cuerpos y los que dicen que determinadas partículas son llevadas desde los objetos visibles hacia la vista.
La audición, en cambio, la define mediante la voz; pues la voz es un golpe, producido por el aire, en el cerebro y en la sangre que llega al alma a través de las orejas, siendo la audición el movimiento, causado por tal golpe, desde la cabeza hasta el hígado. Acerca del olfato, del gusto y del tacto nada dijo en absoluto, ni tampoco si, además de éstas, existen otras sensaciones, sino que más bien examina con exactitud lo relativo a los objetos sensibles.
Empédocles, por su parte, habla de modo similar acerca de todos los sentidos y dice que se siente por la adaptación a los poros propios de cada sentido; por ello no pueden interpretar unos los objetos de los otros, porque en relación al objeto sensible ocurre que los poros son, en un caso, más anchos y, en otro, más estrechos, de manera que, mientras unos objetos sensibles atraviesan con fuerza los poros sin contactar, otros no pueden penetrar en absoluto".
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