miércoles, 13 de enero de 2016

"El mundo de Sofía".- Jostein Gaarder (1952)

 
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La gran explosión
...también nosotros somos polvo de las estrellas...

 "Hilde se acomodó en el balancín muy pegada a su padre. Eran casi las doce. Se quedaron mirando la bahía, mientras alguna que otra estrella pálida se dibujaba en el cielo. Suaves olas golpeaban las piedras debajo del muelle.
 El padre rompió el silencio:
 -Resulta extraño pensar que vivimos en un pequeño planeta del universo.
 -Sí.
 -La Tierra es uno de los muchos planetas que se mueven describiendo una órbita alrededor del sol. Pero sólo la Tierra es un planeta vivo.
 -¿Y quizás el único en todo el universo?
 -Sí, es posible. Pero también puede ser que el universo esté lleno de vida, porque el universo es inmenso. Y las distancias son tan enormes que las medimos en "minutos luz" y "años luz".
 -¿Y eso qué significa en realidad?
 -Un minuto luz es la distancia que recorre la luz en un minuto. Y eso es mucho, porque la luz viaja por el universo a 300.000 kilómetros en sólo un segundo. Un minuto luz es, en otras palabras, 300.000 por 60, ó 18 millones de kilómetros. Un año luz es por tanto casi diez billones, con b, de kilómetros.
 -¿A qué distancia está el sol?
 -A un poco más de ocho minutos luz. Los rayos del sol que nos calientan las mejillas un cálido día de junio han viajado por el universo durante ocho minutos antes de llegar a nosotros.
 -¡Sigue!
 -La distancia a Plutón, que es el planeta más lejano de nuestro sistema solar, es de más de cinco horas luz desde nuestro propio planeta. Cuando un astrónomo mira a Plutón en su telescopio, en realidad ve cinco horas hacia atrás en el tiempo. También podríamos decir que la imagen de Plutón emplea cinco horas en llegar hasta aquí.
 -Es un poco difícil imaginárselo, pero creo que entiendo lo que dices.
 -Muy bien, Hilde. Pero sólo estamos empezando a orientarnos, ¿sabes? Nuestro propio sol es uno entre 400.000 millones de otros astros en una galaxia que llamamos Vía Láctea. Esta galaxia se parece a un gran disco en el que nuestro propio sol está situado en uno de sus varios brazos en espiral. Si miramos el cielo estrellado una noche despejada de invierno, vemos un ancho cinturón de estrellas. Eso se debe a que miramos hacia el centro de la Vía Láctea.
 -Será por eso por lo que en sueco la Vía Láctea se llama "Calle del Invierno".
 -La distancia a nuestra estrella más próxima de la Vía Láctea es de cuatro años luz. Tal vez es la que vemos sobre el islote allí enfrente. Imagínate que en este momento hay alguien allí arriba que mira por un potente telescopio hacia Bjerkely; entonces vería Bjerkely tal como era hace cuatro años. Quizás viera a una niña de once años sentada en este balancín balanceando las piernas.
 -Me dejas atónita.
 -Pero eso es sólo la estrella vecina más cercana. Toda la galaxia, o la "nebulosa", como también la llamamos, tiene una dimensión de 90.000 años luz. Eso significa que la luz emplea ese número de años para llegar de un extremo de la galaxia a otro. Cuando dirigimos nuestra mirada a una estrella de la Vía Láctea que esté a 50.000 años luz de nuestro propio planeta, entonces miramos 50.000 años hacia atrás en el tiempo.
- Ese pensamiento es demasiado grande para una cabecita tan pequeñita como la mía.
 -La única manera que tenemos de mirar hacia el universo es mirando hacia atrás en el tiempo. No sabremos nunca cómo es aquello en el universo. Sólo sabemos cómo era. Cuando miramos una estrella que está a miles de años luz, viajamos en realidad miles de años hacia atrás en la historia del universo".      

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