Las liebres y los leones
«Las liebres arengaban en la asamblea y argüían
que todos deberían ser iguales. Los leones entonces replicaron:
—Sus palabras, señoras liebres, son buenas,
pero carecen de garras y colmillos como los que tenemos nosotros.
Acepta que todos tenemos diferentes cualidades
para diferentes circunstancias.
El viejo perro cazador
Un viejo perro cazador, que en sus días de
juventud y fortaleza jamás se rindió ante ninguna bestia de la foresta,
encontró en sus ancianos días a un jabalí en una cacería. Y lo agarró por la
oreja, pero no pudo retenerlo por la debilidad de sus dientes, de modo que el
jabalí escapó.
Su amo, llegando rápidamente, se mostró muy
disgustado, y groseramente reprendió al perro.
El perro lo miró lastimosamente y le dijo:
—Mi amo, mi espíritu es tan bueno como
siempre, pero no puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo. Yo prefiero que
me alabes por lo que he sido, y no que me maltrates por lo que ahora soy.
Respeta siempre a tus ancianos, que aunque ya
no puedan hacer de todo, dieron lo mejor de su vida para tu beneficio.
El lobo y los pastores cenando
Un lobo que pasaba cerca de un palenque, vio
allí a unos pastores que cenaban las carnes de un cordero. Acercándoseles, les
dijo:
—¡Qué escándalo habría si fuera yo quien
estuviera haciendo lo que ustedes hacen!
Una cosa es lo que el dueño con
todo derecho decida sobre su propiedad, y otra lo que haga el ladrón con lo que
no le pertenece.
Los tres protectores
Una gran ciudad estaba siendo sitiada, y sus
habitantes se reunieron para considerar el mejor medio de protegerse.
Un ladrillero acaloradamente recomendaba a los
ladrillos como la mejor adquisición para la más efectiva resistencia.
Un carpintero, con igual entusiasmo, proponía
la madera como un método preferible para la defensa.
En eso un curtidor de cueros se levantó y
dijo:
—Compañeros, yo difiero de todos ustedes, y
advierto que por nada cambiaré de opinión. Les afirmo que están muy
equivocados: para resistir, no existe nada mejor que el cubrirse con pieles y
para eso nada tan bueno como los cueros.
Los irresponsables, los ignorantes, y los
agitadores, nunca aceptan que otros puedan tener la razón, y defienden siempre
intransigentemente sólo su punto de vista, aunque no tengan el menor
conocimiento del tema, sin importarles las consecuencias del momento o del
futuro.
La golondrina, la serpiente y la Corte
Una golondrina que retornaba de su largo
viaje, se encontraba feliz de convivir de nuevo entre los hombres.
Construyó entonces su nido sobre el alero de
una pared de una Corte de Justicia y allí incubó y cuidaba a sus polluelos.
Pasó un día por ahí una serpiente, y
acercándose al nido devoró a los indefensos polluelos. La golondrina al
encontrar su nido vacío se lamentó:
—Desdichada de mí, que en este lugar donde
protegen los derechos de los demás, yo soy la única que debo sufrir
equivocadamente.
No todo lo que beneficia a otros lo beneficia
a uno.
El padre y sus dos hijas
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un
hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos. Al cabo de un tiempo fue a
visitar a la casada con el hortelano, y le preguntó sobre su situación. Ella
dijo:
—Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo
un deseo especial: que llueva todos los días con abundancia para que así las
plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija,
también preguntándole sobre su estado. Y ella le dijo:
—No tengo quejas, solamente un deseo especial:
que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así
los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la
otra tiempo seco, ¿a cuál de las dos le adjunto mis deseos?
No trates nunca de complacer y quedar bien con
todo el mundo. Te será imposible.
Los hijos desunidos del labrador
Los hijos de un labrador vivían en discordia y
desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles mudar de sentimientos,
por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les dijo que le llevaran una
gavilla de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que
las rompieran; mas a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces
deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron
fácilmente.
—¡Ahí tienen! — les dijo el padre—. Si también
ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán invencibles ante sus enemigos;
pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.
Nunca olvides que en la unión se encuentra la
fortaleza.
El adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se
entregaba a su oficio. De repente se le acercó una persona anunciándole que las
puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su
interior.
Se levantó de un salto y corrió, desencajado y
suspirando, para ver lo que había sucedido. Uno de los que allí se encontraban,
viéndole correr, le dijo:
—Oye, amigo: tú que dices prever lo que
ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
Siempre hay personas que pretenden dirigir lo
que no les corresponde, pero no pueden manejar sus propios asuntos.»
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