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domingo, 24 de agosto de 2025

Pienso, luego río.- John Allen Paulos (1945)

Capítulo IV: Gente

 «Marvin Minsky, un eminente científico de ordenadores, ha escrito: "Cuando se construyan máquinas inteligentes, no debemos extrañarnos de encontrarlas tan confusas y tercas como los hombres en sus convicciones sobre la mente y la materia, la conciencia, la libre voluntad y cosas por el estilo". Esto parece tener sentido, aunque yo sustituiría el "cuando" por "si".
 Además de las preocupaciones filosóficas, esas "máquinas" inteligentes tendrán probablemente sentido del humor. En realidad, una variante de la prueba de Turing para la inteligencia de una máquina podría ser construir un programa que reconociera los chistes. Serían necesarias todas las habilidades intelectuales integradoras mencionadas antes, junto con una apreciación de los matices emocionales. Esta combinación de cualidades no es tan corriente, ahora que lo pienso, ni siquiera entre los humanos.

 Un matrimonio muy viejo, pasados los noventa, visita a un abogado divorcista. El abogado les pregunta:
 -¿Por qué ahora? Han pasado ustedes los noventa años, llevan más de setenta casados, ¿por qué divorciarse a estas alturas?
 -Queríamos esperar hasta que los niños se hubiesen muerto -explican ellos.

 Si se ha reído usted, probablemente no tiene usted silicio en el cerebro (acero en el corazón, tal vez, pero no silicio en el cerebro).

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 Es concebible que con el avance de la inteligencia artificial, los chistes étnicos sean sustituidos por chistes robóticos.

 Dos robots en campaña electoral para un partido de derechas llegan a un cartel del MOPU*: DESVÍO OBLIGATORIO A LA IZQUIERDA. Lo dejan hecho trizas.
 El robot de la ferretería dejó el trabajo. Se le aflojaban las tuercas cada vez que alguien se le acercaba con un destornillador.

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 Una importante distinción en la ciencia de ordenadores es la diferencia que hay entre el "hardware" y el "software" del ordenador. Aunque la diferencia no siempre es clara, "hardware" se refiere a los aspectos físicos del ordenador (cintas, discos, transistores, pastillas, etc.), mientras que "software" se refiere a los programas que funcionan en el ordenador. El programa determina lo que hace el ordenador, cuál debe ser la sucesión de estados lógicos o programáticos. Los estados físicos del "hardware" del ordenador corresponden a esos estados lógicos o programáticos.
 Hilary Putnam ha observado que las cuestiones lógicas y lingüísticas que se plantean respecto a esta distinción entre el soporte físico y el soporte lógico son similares en algunos aspectos importantes a los que surgen en el problema tradicional del cuerpo y de la mente, de Descartes. ¿Cuál es la relación entre la mente y el cerebro (cuerpo)? ¿Cómo se afectan el uno al otro? ¿Son lo físico y lo mental inconmensurables o son diferentes aspectos del mismo fenómeno? Putnam sostiene que esos problemas tienen, en algunos aspectos, soluciones (o disoluciones) idénticas a las de los siguientes problemas análogos. ¿Cuál es la relación entre el programa y el soporte físico? ¿Cómo se afectan el uno al otro? ¿Son las propiedades de los programas y del soporte físico inconmensurables, o diferentes aspectos del mismo fenómeno?
 Comparen:
 (1) Quiero que Jorge llore en este punto de la representación, así que mientras está entre bastidores le haré pensar en algo muy triste o, si no puede, le pondré jugo de cebolla en los ojos.
 (2) Quiero que esta extraña forma helicoidal aparezca en la pantalla en este momento de la presentación, así que programa su aparición o, si no puedes, frota un imán en el cable de la interfaz, de esta manera.
 El tema de la sección siguiente (explicaciones intencionales) arroja algo de luz sobre algunas cuestiones relacionadas.

 ¿POR QUÉ SE HA TOCADO LA CABEZA JUSTO AHORA?

 "Y se plantea el problema; ¿qué queda si resto el hecho de que mi brazo sube del hecho de que levanto mi brazo? Ludwig Wittgenstein

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 Myrtle: ¿Por qué creéis que ese hombre se ha tocado la cabeza justo ahora?
 Jorge: Es el entrenador de la tercera base y está dando la señal al bateador para que dé un golpe suave.
 Marta: Hace mucho viento y está asegurándose de que tiene la gorra bien calada.
 Waldo: Un complejo conjunto de descargas de las neuronas y de contracciones musculares, producido por un conjunto aún más complejo de fenómenos físicos y químicos, ha hecho que el apéndice superior derecho se mueva con tal y tal ángulo y velocidad hacia la parte lateral de la extremidad central más elevada.
 Myrtle: ¿Eh?

 Las explicaciones de Jorge y Marta difieren de la de Waldo de una forma crucial. Ellos explican dando una razón para la conducta en cuestión más que citando leyes causales. Al dar una explicación del comportamiento, Jorge y Marta lo hacen razonable a la luz de ciertas reglas y normas socialmente aceptadas, y de las creencias e intenciones del agente. Las explicaciones de este tipo, que presuponen la racionalidad de los agentes implicados, reciben el nombre de explicaciones intencionales. La explicación de Waldo, por otro lado, es causal. Si esas leyes generales son válidas y se dan esas condiciones, entonces el resultado será ése.
 Adviertan que no hay conflicto entre ambos tipos de explicación. Los dos pueden invocarse para explicar la  misma parcela de comportamiento (que la princesa Diana se haya quedado embarazada, que se hayan borrado las cintas de Watergate), aunque uno u otro pueden ser más apropiados en un contexto determinado.»

*Ministerio de Obras Públicas.

 [El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra, 1988, en traducción de Marta Sansigre, pp. 128-131. ISBN: 84-376-0655-1.]

miércoles, 4 de enero de 2017

"Controversia sobre mentes y máquinas".- Alan Mathison Turing (1912-1954) y otros

 
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  Maquinaria computadora e inteligencia
 Opiniones contrapuestas sobre la cuestión principal

  «Consideremos ahora que hemos despejado el terreno y podemos ya pasar al debate de la pregunta "¿Pueden pensar las máquinas?" y de su variante, expuesta al final de su apartado anterior. No podemos descartar totalmente la forma original del problema, ya que habrá diversidad de opiniones con respecto a la pertinencia de la sustitución y no podemos por menos que atender lo que se diga sobre el asunto.
 Simplificaré las cosas para el lector si, en primer lugar, explico mi propia opinión sobre el tema. Consideremos primero la forma más exacta de la pregunta. Personalmente creo que, dentro de unos cincuenta años, se podrá perfectamente programar computadoras con una capacidad de almacenamiento aproximada de 10 elevado a 9 para hacerlas jugar tan bien al juego de imitación que un preguntador corriente no dispondrá de más del 70 por ciento de las posibilidades para efectuar una identificación correcta a los cinco minutos de plantear las preguntas. Me parece que la pregunta original, "¿Pueden pensar las máquinas?", no merece discusión por carecer de sentido. No obstante creo que, a finales del siglo, el sentido de las palabras y la opinión profesional habrán cambiado tanto que podrá hablarse de máquinas pensantes sin levantar controversias. Creo además que de nada sirve ocultar las ideas. La opinión tan generalizada de que los científicos proceden siempre de un hecho bien demostrado a otro hecho bien demostrado, y nunca se dejan influir por una conjetura no probada, es bastante errónea. A condición de que quede bien claro qué son hechos probados y qué son conjeturas, no existe ningún peligro. Las conjeturas son de suma importancia, porque sugieren posibles vías de investigación.
 Ahora consideraré opiniones contrarias a la mía:
 1.-La objeción teológica. El pensamiento es una función del alma inmortal del hombre. Dios ha dado un alma inmortal a todos los hombres y mujeres, pero no a ningún animal ni máquina. Por lo tanto, ni los animales ni las máquinas pueden pensar.
 Personalmente son ideas que rechazo totalmente, pero intentaré refutarlas en términos teológicos. La argumentación resultaría más convincente si se clasificara a los animales con el hombre, ya que existe mucha más diferencia, para mí, entre lo genuinamente animado y lo inanimado que entre el hombre y los animales. El carácter arbitrario de la opinión ortodoxa se evidencia aún más si tenemos en cuenta la opinión de los creyentes de otras religiones: ¿cómo ve el cristianismo el dogma musulmán según el cual la mujer no tiene alma? Pero dejemos esto y volvamos a la cuestión principal. Creo que el citado argumento implica una grave restricción de la omnipotencia del Todopoderoso. Se admite así que hay cosas de las que Él es incapaz, como es hacer que uno sea igual a dos, pero ¿dudaremos de su libertad para insuflar alma a un elefante, si lo tiene a bien? Cabe esperar que únicamente ejerciese tal poder en conjunción con una mutación que dotase al elefante de un cerebro mejorado que respondiera a las necesidades de esa alma. Podemos argüir exactamente lo mismo en el caso de las máquinas. Puede parecer distinto por ser más difícil de "tragar", pero esto únicamente significa que pensamos que es menos verosímil que Él considere adecuadas las circunstancias para dotarlas de alma. Las circunstancias en cuestión se discuten en el resto de este trabajo. Al intentar construir este tipo de máquinas no estamos usurpando irreverentemente Su poder de crear almas, igual que no lo hacemos al procrear niños; en realidad, en ambos casos somos instrumentos de Su voluntad al procurar moradas para las almas que Él crea.
 Pero todo esto es mera especulación. No me impresionan mucho los argumentos teológicos, aunque se utilicen como apoyo. A lo largo de la historia se ha comprobado cuánto dejan que desear. En tiempos de Galileo se argumentaba que las Sagradas Escrituras decían: "Y el sol se detuvo... y no fue hacia el ocaso durante casi un día" (Josué X,13) y que: "Él creó los fundamentos de la Tierra para que no se moviera" (Salmo C, v. 5) como refutación convincente de la teoría copernicana. Con los conocimientos actuales estos argumentos resultan fútiles, pero en una época de escasos conocimientos científicos causaban muy distinta impresión.
 2.-La objeción "del avestruz". "Las consecuencias de que las máquinas piensen serían horribles. Creamos y esperemos que no sea posible."
 Este argumento rara vez se expone de forma tan abierta, pero afecta a la mayoría de quienes reflexionan sobre ello. Nos gusta creer que el hombre es en algún modo superior al resto de la creación, y tanto mejor si podemos demostrar que es necesariamente superior, pues entonces no existe peligro de que pierda su posición dominante. La popularidad del argumento teológico está claramente vinculada a esta idea y cuenta con muchos adeptos entre los intelectuales, pues éstos aprecian más que otras personas el poder del pensamiento y se muestran más inclinados a basar su convencimiento de la superioridad del hombre en este poder.
 No creo que este argumento sea lo bastante fundado para molestarme en refutarlo. Tal vez sea mejor consolarse, buscándolo quizá en la transmigración de las almas.
 3.-La objeción matemática. Pueden citarse toda una serie de resultados de la lógica matemática para demostrar que hay limitaciones en el poder de las máquinas de estado discreto. El más conocido es denominado teorema de Gödel, que demuestra que en cualquier sistema lógico lo bastante potente pueden formularse afirmaciones que no pueden demostrarse ni refutarse dentro del sistema, salvo en caso de que posiblemente tal sistema sea incoherente.»