sábado, 12 de marzo de 2016

"Ética y política".- José Luis Aranguren (1909-1996)

 
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III.-El acceso desde la ética personal a la política
Moralismo político y condicionamiento de la moral pública

 "Ahora bien, dentro de la política hay una porción de aspectos económicos, geográficos, sociológicos, administrativos y, en general, técnicos, dotados de una objetividad propia, ajena al orden de la valoración moral. No solamente eso: frente al moralismo a ultranza es menester agregar que el político empieza a acreditarse como verdaderamente tal, cuando sabe ver y aprovechar la coyuntura, el kairós, la oportunidad, es decir, un elemento que, aun cuando no completamente ajeno a la moral, se inserta en el núcleo mismo de lo político. Pero debe tenerse en cuenta, como correctivo limitante de esta autonomía, que cabe siempre una respuesta que, sin dejar de ser técnica, sea también ética, y siendo oportuna, no caiga en oportunismo. Piénsese, por ejemplo, en el aspecto técnico-económico. [...]
 La primacía o, por lo menos, la autonomía del poder político y sus categorías con respecto a la moral es una doctrina mantenida a lo largo de toda la historia del Estado moderno, desde Maquiavelo hasta, por lo menos, Carl Schmitt.
 Repárese en que la concepción moralizante de lo político y la acentuación del sometimiento de la política a sus propias leyes y a sus condicionamientos técnicos son, precisamente, las posiciones de la Izquierda clásica y de la Derecha moderna. (Repárese en que digo la Izquierda clásica y la Derecha moderna. En efecto, la Derecha actual tiende a ser, frente al viejo derechismo retórico de la historia, y tradicionalista de una u otra observancia, cada vez más técnica. Y también la Izquierda, si quiere sobrevivir como Izquierda democrática, tendrá que orientarse más técnicamente por una parte, y, por otra, en sentido decididamente ético-social). La Izquierda genuina ha sido la encarnación de la exigencia moral. La Derecha actual es el atenimiento a la realidad inmediata y la respuesta técnica, estrictamente técnica (orden, posibilidad, inflación, desajuste, etc.) al hambre y la sed de justicia. El peligro de la Izquierda está en la caída en idealismo y utopía. El peligro de la Derecha es la caída en pragmatismo y cinismo.
 La antítesis Derecha-Izquierda, superable en ciertos aspectos parciales, en su esencia misma, y dígase lo que se quiera, es insobrepasable. Una metáfora ilustrará lo que quiero decir. Durante el siglo pasado, el siglo del progresismo y el positivismo, la creencia en el diablo cayó en un gran descrédito: "esa especie de Voltaire antediluviano que llamamos el diablo", escribió Víctor Hugo, creo. Hasta que alguien denunció con agudeza que "la última astucia del demonio consiste en propalar la noticia de su muerte". Paralelamente podría decirse que la última astucia de la Derecha consistió en propalar la noticia de la superación de la antítesis Derecha-Izquierda. No solamente esta antítesis es, de hecho, insuperable, sino que todo Estado bien compensado necesita tener una Derecha y una Izquierda. La Derecha, cuando es inteligente, esto es, cuando, atenida a la realidad, no es miope frente a ella, se apodera parcialmente del programa izquierdista, lo hace plausible o, al menos, inevitable, al ser presentado por ella, y lo realiza. En realidad, toda la Europa occidental está hoy gobernada por la Derecha (aunque, a veces, se llame socialista). La diferencia consiste en que algunos de estos regímenes son inteligentes y otros no. El punto de vista "técnico" tiende a prevalecer, y no sólo en ellos, incluso excesivamente. Pero de esto habremos de hablar largamente más adelante".

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