El burro flautista
"Esta fabulilla / salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora / por casualidad.
Cerca de unos prados / que hay en mi lugar,
pasaba un borrico / por casualidad.
Una flauta en ellos / halló, que un zagal
se dejó olvidada / por casualidad.
Acercose a olerla / el dicho animal;
y dio un resoplido / por casualidad.
En la flauta el aire / se hubo de colar,
y sonó la flauta / por casualidad.
¡Oh!, dijo el borrico: / ¡qué bien sé tocar!
¿Y dirán que es mala / la música asnal?
Sin reglas del arte / borriquitos hay,
que una vez aciertan / por casualidad.
Sin reglas del arte, el que en algo acierta es por casualidad.
La discordia de los relojes
Convidados estaban a un banquete / diferentes amigos, y uno de ellos,
que faltando a la hora señalada / llegó después de todos, pretendía
disculpar su tardanza. "¿Qué disculpa / nos podrás alegar?" le replicaron.
Él sacó su reloj, mostrole, y dijo: / "¿No ven ustedes como vengo a tiempo?
Las dos en punto son." "¡Qué disparate / -le respondieron-. Tu reloj atrasa
más de tres cuartos de hora." "Pero, amigos, / (exclamaba el tardío convidado)
¿qué más puedo yo hacer que dar el texto? / Aquí está mi reloj..." Note el curioso
que era este señor mío como algunos, / que un absurdo cometen, y se excusan
con la primera autoridad que encuentran. / Pues, como iba diciendo de mi cuento,
todos los circunstantes empezaron / a sacar sus relojes, en apoyo
de la verdad. Entonces advirtieron / que uno tenía el cuarto, otro la media,
otro las dos y treinta y seis minutos, / éste catorce más, aquél diez menos:
no hubo dos que conformes estuvieran. / En fin, todo eran dudas y cuestiones.
Pero a la Astronomía cabalmente / era el amo de casa aficionado;
y consultando luego su infalible, / arreglado a una exacta meridiana,
halló que eran las tres y dos minutos, / con lo cual puso fin a la contienda,
y concluyó diciendo: "¡Caballeros, / si contra la verdad piensan que vale
citar autoridades y opiniones, / para todos las hay; mas, por fortuna,
éstas pueden ser muchas y ella es una".
Los que piensan que con citar una autoridad, buena o mala, quedan disculpados de cualquier yerro, no advierten que la verdad no puede ser más de una, aunque las opiniones sean muchas.
La víbora y la sanguijuela
"Aunque las dos picamos (dijo un día / la víbora a la simple sanguijuela),
de tu boca reparo que se fía / el hombre, y de la mía se recela."
La chupona responde: "Ya, querida: / mas no picamos de la misma suerte;
yo, si pico a un enfermo, le doy vida. / Tú, picando al más sano, le das muerte."
Vaya ahora de paso una advertencia: / muchos censuran, sí, lector benigno;
pero a fe que hay bastante diferencia / de un censor útil a un censor maligno.
No confundamos la buena crítica con la mala.
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Si clicas en este enlace podrás escuchar varias fábulas de Tomás de Iriarte: Fábulas.
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