sábado, 20 de febrero de 2016

"Fábulas literarias".- Tomás de Iriarte (1750-1791)


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El burro flautista

 "Esta fabulilla /  salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora  /  por casualidad.
Cerca de unos prados  /  que hay en mi lugar,
pasaba un borrico  /   por casualidad.
Una flauta en ellos  /  halló, que un zagal
se dejó olvidada  /  por casualidad.
Acercose a olerla  /  el dicho animal;
y dio un resoplido  /  por casualidad.
En la flauta el aire  /  se hubo de colar,
y sonó la flauta  /  por casualidad.
¡Oh!, dijo el borrico:  /  ¡qué bien sé tocar!
¿Y dirán que es mala  /  la música asnal?
Sin reglas del arte  /  borriquitos hay,
que una vez aciertan  /  por casualidad.
 
Sin reglas del arte, el que en algo acierta es por casualidad.


La discordia de los relojes

Convidados estaban a un banquete  /  diferentes amigos, y uno de ellos,
que faltando a la hora señalada  /  llegó después de todos, pretendía
disculpar su tardanza. "¿Qué disculpa  /  nos podrás alegar?" le replicaron.
Él sacó su reloj, mostrole, y dijo:  /  "¿No ven ustedes como vengo a tiempo?
Las dos en punto son." "¡Qué disparate  /  -le respondieron-. Tu reloj atrasa
más de tres cuartos de hora." "Pero, amigos,  /  (exclamaba el tardío convidado)
¿qué más puedo yo hacer que dar el texto?  /  Aquí está mi reloj..." Note el curioso
que era este señor mío como algunos,  /  que un absurdo cometen, y se excusan
con la primera autoridad que encuentran.  /  Pues, como iba diciendo de mi cuento,
todos los circunstantes empezaron  /  a sacar sus relojes, en apoyo
de la verdad. Entonces advirtieron  /  que uno tenía el cuarto, otro la media,
otro las dos y treinta y seis minutos,  /  éste catorce más, aquél diez menos:
no hubo dos que conformes estuvieran.  /  En fin, todo eran dudas y cuestiones.
Pero a la Astronomía cabalmente  /  era el amo de casa aficionado;
y consultando luego su infalible,  /  arreglado a una exacta meridiana,
halló que eran las tres y dos minutos,  /  con lo cual puso fin a la contienda,
y concluyó diciendo: "¡Caballeros,  /  si contra la verdad piensan que vale
citar autoridades y opiniones,  /  para todos las hay; mas, por fortuna,
éstas pueden ser muchas y ella es una".
 
Los que piensan que con citar una autoridad, buena o mala, quedan disculpados de cualquier yerro, no advierten que la verdad no puede ser más de una, aunque las opiniones sean muchas.  


La víbora y la sanguijuela

"Aunque las dos picamos (dijo un día  /  la víbora a la simple sanguijuela),
de tu boca reparo que se fía  /  el hombre, y de la mía se recela."
La chupona responde: "Ya, querida:  /  mas no picamos de la misma suerte;
yo, si pico a un enfermo, le doy vida.  /  Tú, picando al más sano, le das muerte."
Vaya ahora de paso una advertencia:  /  muchos censuran, sí, lector benigno;
pero a fe que hay bastante diferencia  /  de un censor útil a un censor maligno.

No confundamos la buena crítica con la mala.

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Si clicas en este enlace podrás escuchar varias fábulas de Tomás de Iriarte: Fábulas.

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