jueves, 4 de febrero de 2016

"Un pedigrí".- Patrick Modiano (1945)


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"Entre 1953 y 1956 seguimos en París y voy con mi hermano a la escuela municipal de la calle de Le Pont-de-Lodi. También asistimos al catecismo en Saint-Germain-des-Prés. Nos tratamos bastante con el padre Pachaud, que oficia en Saint-Germain-des-Prés y vive en un piso pequeño de la calle de Bonaparte. He encontrado una carta que me escribió por entonces el padre Pachaud: "Lunes, 18 de julio. Supongo que debes estar haciendo castillos en la playa... cuando sube la marea la única solución es largarse a toda prisa. ¡Pasa como cuando suena el silbato del final del recreo en el patio de la escuela de Le Pont-de-Lodi! ¿Sabes que en París hace muchísimo calor? Menos mal que de vez en cuando hay alguna tormenta que refresca el ambiente. Si todavía hubiera catecismo no darías abasto sirviendo con la jarra blanca vasos de menta a tus compañeros. Que no se te olvide la fiesta del 15 de agosto: dentro de un mes es la Asunción de la Santísima Virgen. Ese día has de comulgar para que a tu madre del cielo se le alegre el corazón. Estará contenta de su Patrick si te las sabes ingeniar para agradarle.  Ya sabes que durante las vacaciones no hay que olvidarse de darle las gracias a Dios por esos días tan agradables que nos proporciona. Adiós, querido Patrick. Un beso de corazón. Padre Pachaud." [...]
 Entre todo cuanto leí por entonces (Jules Verne, Alexandre Dumas, Joseph Peyré, Conan Doyle, Selma Lagerlöf, Karl May, Mark Twain, James Oliver Curwood, Stevenson, Las mil y una noches, la condesa de Ségur, Jack London) conservo un particular recuerdo de Las minas del rey Salomón y del episodio en que el joven guía desvela su auténtica identidad de hijo de rey. Y dos libros me hicieron soñar por sus títulos: El prisionero de Zenda y Cargamento secreto.
 Nuestros amigos de la escuela de la calle de Le Pont-de-Lodi: Pierre Do-Kiang, un vietnamita cuyos padres regentan un hotel pequeño en la calle de Grégoire-de-Tours. Zdanevitch, mitad negro, mitad georgiano, hijo de un poeta georgiano, Iliazd. Otros amigos: Gérard, que vivía encima de un garaje, en Deauville, en la avenida de La République. Un tal Ronnie, cuya cara no recuerdo, ni tampoco dónde lo conocimos. Íbamos a jugar a su casa, cerca del bosque de Boulogne. Tengo el vago recuerdo de que, nada más cruzar la puerta de entrada, estaba uno en Londres, en una de esas casas de Belgravia o de Kensington. Más adelante, cuando leí el cuento de Graham Green El ídolo caído, pensé que ese Ronnie, de quien no sé nada, podría haber sido el protagonista. [...]
 Estuve interno en el colegio de Le Montcel hasta 1960. Disciplina militar durante cuatro años. Todas las mañanas, izar bandera. Marcar el paso. Sección, alto. Sección, firmes. Por la noche inspección en los dormitorios. Vejaciones de algunos "capitanes", alumnos del último curso de bachillerato encargados de que se respetase la "disciplina". Timbre para despertarse. Ducha, por tandas de treinta. Pista Hébert. Descansen. Firmes. Y en las horas de jardinería rastrillábamos en fila las hojas secas de los prados del césped.
 Mi vecino de pupitre en tercero de bachillerato se llamaba Safirstein. Estaba en mi dormitorio, en el pabellón verde. Me había contado que su padre, a los veinte años, estaba estudiando medicina en Viena. En 1938, en la época de la Anschluss, los nazis humillaron a los judíos de Viena, obligándolos a regar las aceras, a pintar personalmente las estrellas de seis puntas en los escaparates de sus comercios. Su padre tuvo que padecer esas vejaciones antes de escapar de Austria. [...]
 Al colegio de Le Montcel iban los niños a quienes no querían, bastardos, niños perdidos. Me acuerdo de un brasileño que tuve durante mucho tiempo de vecino de dormitorio y que llevaba dos años sin saber nada de sus padres, como si lo hubieran dejado en la consigna de una estación olvidada. Otros traficaban con pantalones vaqueros y forzaban ya los cordones policiales. De entre aquellos alumnos, dos hermanos comparecieron años después ante el tribunal de lo criminal. Juventud dorada en muchos casos, pero con un oro sospechoso, una mala aleación. La mayoría de aquellos muchachos no iba a tener porvenir".

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