lunes, 16 de febrero de 2015

"El oficio de vivir".- Cesare Pavese (1908-1950)


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"3 de diciembre de 1938
 Al leer no buscamos ideas nuevas, sino pensamientos ya pensados por nosotros, que adquieren en la página un sello de confirmación. Nos impresionan las palabras de los otros que resuenan en una zona ya nuestra -y que vivimos- y que al hacerla vibrar nos permiten apresar nuevos atisbos en nuestro interior.
 ¡Qué grande es el pensamiento de que todo esfuerzo es inútil! Basta dejar aflorar nuestro yo, acompañarlo, echarle una mano, como si se tratase de otro: tener confianza en que somos más definitivos de lo que creemos.
 [...]
6 de diciembre
 La vejez -o madurez- desciende también sobre el mundo exterior. La rígida y transparente noche invernal que recorta las casas en el cielo que espera la nieve, antaño llegaba al corazón y abría un mundo de ansia erótica.
 No es ya necesario, con el tiempo, moverse en el mundo exterior viviendo su ansia; basta su rápida alusión, saber que existe y existe en nosotros, y esperar un momento totalmente hecho de vida interior que ha cobrado ya la novedad y la fecundidad de la naturaleza. La madurez es también esto: no buscar ya fuera, sino dejar que hable, con su ritmo que es el único que importa, la vida íntima. Ya resulta pobre y material el mundo exterior ante la inesperada y profunda madurez de los recuerdos. Hasta la sangre y el cuerpo nuestros han madurado y están empapados de espiritualidad, de ancho ritmo.
 La juventud es no poseer el propio cuerpo ni el mundo.
 Renace como corolario la antigua idea de que el genio es fecundidad -ochenta tragedias, veinte novelas, treinta óperas, etc.-. Porque el genio no consiste en descubrir un motivo externo y tratarlo bien, sino en llegar a poseer finalmente la propia experiencia, el propio cuerpo, los propios recuerdos, el propio ritmo -a expresar, expresar ese ritmo, al margen de la limitación de los argumentos, de la materia, en la perenne fecundidad de un pensamiento que por definición no tiene fondo.
 La juventud no tiene genio y no es fecunda.
[...]
27 de diciembre
 Aunque en realidad la infancia esté compuesta de largos periodos de opacidad y de escasos contactos con el mundo (los primeros), al recordarla parece muy larga precisamente  porque sabemos que en esos importantísimos descubrimientos se intercalaron largas pausas.
 El arte de vivir es el arte de arreglárnoslas de modo que no necesitemos invitar a las cosas y a las personas, sino que vengan a nosotros. Para obtener esto no basta despreciarlas, pero es preciso también despreciarlas.
 Al igual que con las mujeres no basta ser estúpidos, pero es preciso también ser estúpidos".

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