"Origen de los males de la sociedad
Cuando esta mesnada invadió la tierra,
la gente se puso tan fuera de sí,
que todos dejaron la vida tranquila
y del mal hacer ya nunca cesaron,
pues se hicieron falsos, viles y tramposos.
Ya sólo pensaron en las propiedades,
e incluso llegaron a partir las tierras,
para cuyo fin pusieron mojones.
Y mientras se hacían estas divisiones,
no era nada raro que surgieran guerras
y que se quitaran cuanto más podían:
los que eran más fuertes se hicieron más ricos.
Y mientras buscaban más y más riquezas, / los más perezosos, que no se movían,
buscaban la forma de entrar en sus cuevas / para arrebatarles todas sus ganancias.
Se convino entonces en buscar a alguno / para que las casas fuesen protegidas,
para capturar a los malhechores / y, en caso de pleitos, para hacer justicia,
contra el cual ninguno debía oponerse. / Se reunieron, pues, para su elección,
la cual recayó sobre el más villano / y el más retorcido de cuantos había,
y el más corpulento y amenazador, / al que hicieron príncipe y señor de todos.
Este tal juró guardar la justicia / y guardar también haberes y casas,
con la condición de que todos dieran / parte de sus bienes para mantenerlo.
Todos aceptaron de común acuerdo / cuantas condiciones vino a proponerles,
y él, durante años, cumplió con su oficio. / Pero los ladrones, llenos de malicia,
se aliaron todos contra un hombre solo, / al que con frecuencia maltratar solían
cuando se juntaban para sus acciones. / El pueblo, por ello, se reunió de nuevo
y otra vez pagó, para que tuviera / unos servidores que lo protegieran.
De común acuerdo entonces pagaron, / y todos y todas a él le entregaron
y dieron enormes sumas de dinero: / esta fue la causa de la instalación
de reyes y príncipes y sus posesiones, / según atestiguan los libros antiguos.
Pues por estos libros que hoy conservamos / conocer podemos los hechos pasados,
gracias a lo cual debemos estarles / muy agradecidos y muy obligados.
Y así comenzaron a amasar tesoros / de plata, de oro y piedras preciosas.
Con estos metales, y al considerarse / señores y reyes, pensaron hacerse
vajillas preciosas y acuñar moneda, / y anillos y broches, fíbulas y hebillas;
con el duro hierro forjaron las armas, / espadas, cuchillos, saetas y lanzas,
y otras muchas armas y cotas de malla, / para así poder hacerse la guerra.
Y también hicieron torres y murallas, / con muros cuadrados cubiertos de almenas.
Alzaron castillos, cerraron ciudades, / e hicieron palacios de bella factura
quienes poseían enormes tesoros, / dado que tenían miedo de perder
la inmensa fortuna que habían ganado, / o bien porque alguno viniera a robársela,
o que por la fuerza se la arrebataran. / Desde entonces fue creciendo la angustia
entre estos mezquinos malaventurados; / desde ese momento se les fue la paz,
puesto que lo que era de todos los hombres, / de la misma forma que el sol y que el viento,
para sí guardaron, gracias a Codicia, / que les inspiró esta apropiación;
y así, sólo uno tuvo más que veinte, / y a pesar de todo no fue más feliz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza tu comentario: