Selección de textos
Ŷeḥā y el judío (Sūf, Argelia)
«En una ocasión en que Ŷeḥā no tenía ni cinco compró en el zoco unas mercancías de un judío y ante la imposibilidad de pagar le buscó camorra y se puso a afirmar que le había liquidado la suma. Y no es que Ŷeḥā fuese un bribón, pero la necesidad obliga y -además- por unos géneros más o menos el judío no sería rico ni pobre, pues estaba podrido de dinero.
El judío se empeñó en ir donde el cadí y Ŷeḥā consintió pero no sin decirle:
-Ya te pagué. ¿Quieres que te pague de nuevo? Vaya, te acompaño al cadí, pero tú conoces las debilidades humanas: si llego al tribunal pobre, mal vestido y a pie, automáticamente fallarán a tu favor pues luces buena ropa y cabalgas esta hermosa mula. Si quieres ser equitativo, préstame tu gandüra¹ y montemos juntos sobre la mula, a fin de restablecer el equilibrio de las apariencias entre nosotros.
El judío, buena persona y buen creyente, aceptó y al personarse ante el cadí presentó su querella contra Ŷeḥā diciendo:
-Me llevó mercancías por un monto considerable y no quiere pagarme. Juro por Moisés y Aarón, por la Biblia y los Mandamientos que he dicho la verdad, oh, cadí.
El juez se volvió hacia Ŷeḥā:
-¿Qué respondes a esta acusación?
Ŷeḥā contestó:
-Oh, cadí, simplemente digo que este judío está loco. Es como si le diera por decir que esta gandüra le pertenece...
Ante eso el judío empezó a gritar:
-¡Y vaya si me pertenece! Desde luego, esta gandüra es mía...
Entonces Ŷeḥā, majestuoso, puso al tribunal por testigo:
-¿Estáis oyendo, jueces? Primero que no le pagué las mercancías, ahora pretende que mi gandüra es suya. Si seguís oyéndole va a deciros que mi mula es de su propiedad.
Y el judío, gritando más fuerte:
-¡Pero, claro, la mula también es mía!
Hastiados el cadí y sus ayudantes se levantaron y pronunciaron la sentencia:
-La causa ha sido vista y tú, judío, desde luego que estás loco.
Ŷeḥā y las tripas (Sūf, Argelia)
Ŷeḥā compró cierto día en el zoco unas tripas enteras de carnero. Cuando iba de vuelta, a lo largo del camino, las gentes le interrogaban:
-Eh, Ŷeḥā, ¿a cuánto compraste las tripas?
Al fin, harto de repetir la misma respuesta, golpeó a uno de los preguntones en la cabeza con el paquete de intestinos. Por ello se le condujo ante el sultán, que le dijo:
-Golpeaste a un buen musulmán con unas tripas, le humillaste y le emporcaste. ¿Qué puedes alegar en tu defensa?
Ŷeḥā replicó:
-¡En primer lugar, elogia al Profeta!
El sultán lo hizo:
-¡Que Dios lo bendiga y salve!
Ŷeḥā insistió:
-¡Repite la jaculatoria del Profeta!
Y el sultán de nuevo:
-¡Que la paz de Dios sea sobre él!
Y Ŷeḥā, terco:
-¡Todavía otra por el Profeta!
El sultán rabioso, pues temía que fuera de guasa, ordenó que le azotaran. Ŷeḥā, entonces, se explicó:
-Señor, tú te airaste solamente porque te pedí jaculatorias sobre el Profeta, que son las mejores palabras que un musulmán puede proferir, y llegaste a ordenar que me azotasen por esta petición tan piadosa. ¿Cómo quieres que yo no me enfadase oyendo toda la mañana "¿Cuánto pagaste por esas tripas? Y tripas y tripas y tripas..."
El sultán se echó a reír, le perdonó y le recompensó de buen grado.
Ŷeḥā y el huertero (Sūf, Argelia)
Cierto día Ŷeḥā tenía hambre. Estaba en el campo y no tenía otra solución a su alcance mejor que robar zanahorias y nabos en una huerta próxima. Por otra parte, unos y otras, bien maduros bajo el sol africano, resultan bastante tentadores para cualquiera. Así que dicho y hecho, pero justo en el preciso momento en que arrancaba un grueso nabo apareció el huertero provisto de una enorme cachaba que levantó sobre el pobre Ŷeḥā en tanto le interrogaba:
-¿Qué haces aquí, Ŷeḥā?
Y éste contestó:
-Ay, señor, un golpe de viento me arrastró hacia aquí.
Y el otro:
-Bueno, admitámoslo. Pero, entonces, ¿por qué estás agarrando ese nabo por el tallo?
-Ay, señor mío, es para que el viento no me arrastre por segunda vez.
Pero el huertero, implacable, volvió a la carga:
-Pero, ¿por qué llevas la capucha llena de nabos?
-Cuando tú llegabas, señor mío, yo mismo estaba a punto de preguntármelo.
Y el huertero, buen chico, tomó a chacota la cosa y dejó a Ŷeḥā marchar con la capucha llena de nabos.»
(1) Gandüra: ropa talar masculina mu amplia y cómoda que llega hasta las rodillas y carece de mangas. Es utilizada en Argelia, Libia y Túnez (donde se llama Yubba).
[El extracto pertenece a la edición de Editora Nacional. ISBN: 84-276-0421-1.]
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