miércoles, 12 de noviembre de 2014

"El zoo humano". Desmond Morris (1928)

 
   

 "La civilización sólo tiene una antigüedad de diez mil años. Somos, fundamentalmente, los mismos animales que nuestros antepasados cazadores. Todos nosotros, absolutamente todos, independientemente de nuestra nacionalidad, hemos salido de ese tronco. Todos poseemos las mismas propiedades genéticas básicas. Todos somos monos desnudos bajo la extraordinaria variedad de los vestidos que hemos adoptado. No está de más que recordemos esto cuando empezamos a practicar nuestros juegos de formación de grupos propios y cuando, bajo las tremendas presiones de la vida supertribal, empiezan a escapar de nuestro control y nos encontramos a punto de derramar la sangre de personas que, por debajo de la superficie, son exactamente iguales a nosotros.
  Una vez dicho esto me queda, no obstante, una sensación de desasosiego. La razón no es difícil de hallar. Por una parte, he señalado que el impulso de formación de grupos propios es ilógico e irracional; por otra, he puesto de relieve que las condiciones existentes son tan propicias para una contienda entre grupos que nuestra única esperanza estriba en aplicar un control racional e inteligente. Podría alegarse que me estoy mostrando excesivamente optimista al propugnar el control racional de lo profundamente irracional. Quizá no es pedir demasiado que los procesos racionales sean incorporados como una ayuda para resolución del problema, pero dadas las actuales evidencias, parece haber pocas esperanzas de que ellos solos sean suficientes para resolverlo. Basta observar al más intelectual de los manifestantes golpeando las cabezas de los policías con pancartas en las que se lee "poned fin a esta violencia", o escuchar a los políticos más brillantes defender la guerra "para asegurar la paz", para comprender que, en estas materias, el control racional posee una cualidad evasiva. Se necesita algo más. Debemos atacar de raíz las condiciones a las que antes he aludido y que nos están empujando tan eficazmente a la violencia entre grupos.
  Ya he examinado esas condiciones, pero será útil resumirlas brevemente. Son las siguientes:
 
     1.-El desarrollo de territorios humanos fijos
     2.-El crecimiento de las tribus hasta que se conviertan en superpobladas supertribus
     3.-La invención de armas que matan a distancia
     4.-El alejamiento de los dirigentes de la primera línea de combate
     5.-La creación de una clase especializada cuyos miembros tienen por profesión matar
     6.-El desarrollo de desigualdades tecnológicas entre los grupos
     7.-El incremento de frustrada agresión de status dentro de los grupos
     8.-Las demandas de las rivalidades de status entre grupos de los dirigentes
     9.-La pérdida de la personalidad social dentro de las supertribus
    10.-La explotación del impulso cooperativo a ayudar a los amigos víctimas de un ataque
 
  La única condición que he omitido deliberadamente en esta lista es el desarrollo de ideologías diferentes. Como zoólogo que considera al hombre como animal me resulta difícil, en el contexto presente, tomar en serio tales diferencias. Si se valora la situación entre grupos en términos de comportamiento real, más que de verbalizada teorización, las diferencias de ideología se tornan insignificantes comparadas con las condiciones más fundamentales. Son, simplemente, las excusas desesperadamente buscadas para suministrar altisonantes razones que justifiquen la destrucción de millares de vidas humanas".   
 

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