sábado, 13 de diciembre de 2014

"La voz humana". Jean Cocteau (1889-1963)

     
 "Prólogo.
 Al autor le gustan las experiencias. Habiéndose acostumbrado a preguntarse a sí mismo lo que pretendía hacer después de haber visto lo que había hecho, tal vez será más sencillo que informe de primera mano.
 Diversos móviles le han impulsado a escribir este acto:
 1º.-El móvil misterioso que empuja al poeta a escribir cuando todas sus perezas profundas se oponen a ello y, sin duda, el recuerdo de una conversación sorprendida de teléfono, la grave singularidad de los tonos de voz, la eternidad de los silencios.
 2º.-Se le reprocha actuar maquinalmente, tramar demasiado sus obras, apoyarse excesivamente en la puesta en la escena. Era, pues, preciso remontarse a lo más simple: un acto, una habitación, un personaje, el amor y el accesorio banal de las obras modernas, el teléfono.
 3º.-El teatro realista es a la vida lo que son a la naturaleza los cuadros del salón de Bellas Artes. Había que pintar una mujer sentada, no una cierta mujer, una mujer inteligente o estúpida, sino una mujer anónima y evitar el brío, el diálogo elaborado, las palabras de enamorada tan insoportables como las palabras de los niños, todo ese teatro, en fin, que venenosa, estropajosa e hipócritamente ha sustituido al auténtico teatro a las álgebras vivas de Sófocles, de Racine y de Molière.
 El autor es consciente de la dificultad de la empresa. Y, por tal razón, según el consejo de Víctor Hugo, ha ligado la tragedia y el drama con la comedia bajo los auspicios de los embrollos que propone el aparato menos propicio para tratar los asuntos del corazón (el teléfono).
 4º.-Finalmente, y ya que a menudo se le ha hecho la objeción de que exige de sus intérpretes una obediencia perjudicial a sus dones y que reclama siempre el primer lugar, el autor ha deseado escribir una obra ilegible, que, de la misma manera que su ROMEO se titula pretexto para una puesta en escena, sería un pretexto para una actriz. Tras su interpretación, la obra se difuminaría al dar el drama la ocasión de interpretar dos papeles: uno cuando habla la actriz, otro cuando escucha y delimita el carácter del personaje invisible, que se expresa mediante silencios.
 P.S.-Sería un error creer que el autor busca la solución de un problema psicológico cualquiera. No se trata más que de resolver problemas de índole teatral. La mezcla del teatro, de la prédica, de la tribuna, del libro, son el mal contra el cual sería preciso, justamente, intervenir. Teatro puro sería la expresión de moda, si teatro puro, poesía pura, no fueran un pleonasmo; poesía pura significa: poesía, y teatro puro: teatro. No podrían existir otros.
 El autor añade que ha dado este acto a la Comedia Francesa para romper con el peor de los prejuicios: el del teatro joven contra las escenas oficiales. El boulevard habiendo cedido su lugar al cinematógrafo, y las escenas llamadas de vanguardia habiendo tomado paulatinamente el lugar del boulevard, un marco oficial, un marco de oro, queda como el único capaz de realzar una obra cuya novedad no salta a la vista.
 El público del nuevo boulevard lo espera todo; está ávido de sensaciones, no respeta nada. La Comedia Francesa posee todavía un público ávido de sentimientos. La personalidad de los autores desaparece en beneficio de un teatro anónimo, un "espectáculo de la Comedia Francesa" adecuado para dar a las obras el relieve y la perspectiva de que gozan cuando la actualidad no las puede deformar". 

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