domingo, 24 de julio de 2022

Verso y prosa.- Blas de Otero (1916-1979)


Bilbaopedia - Blas de Otero
Obra


 … Bien sabemos lo difícil que es hacerse oír de la mayoría. También aquí son muchos los llamados y pocos los escogidos. Pero comenzad por llamarlos, que seguramente la causa de tal desatención está más en la voz que en el oído.

* * *

 Tarea para hoy: demostrar hermandad con la tragedia viva, y luego, lo antes posible, intentar superarla. Naturalmente, esto es lo mas difícil. No hay creador capaz de levantar unas ruinas si no dispone de un ideal positivo; si primero él no ha forjado -cual un futuro ya presente- su escala de valores y su escuela de verdades.

* * *

 Creo en la poesía social, a condición de que el poeta (el hombre) sienta estos temas con la misma sinceridad y la misma fuerza que los tradicionales.
 (1950)
[…]

Mundo

CUANDO San Agustín escribía sus Soliloquios.
Cuando el último soldado alemán se desmoronaba de asco y de impotencia.
Cuando las guerras púnicas
y las mujeres abofeteadas en el descansillo de una escalera
entonces,
cuando San Agustín escribía la Ciudad de Dios con una mano
y con la otra tomaba notas a fin de combatir las herejías,
precisamente entonces,
cuando ser prisionero de guerra no significaba la muerte, sino la casualidad de encontrarse vivo,
cuando las pérfidas mujeres inviolables se dedicaban a reparar las constelaciones deterioradas
y los encendedores automáticos desfallecían de póstuma ternura, entonces, ya lo he dicho,
San Agustín andaba corrigiendo las pruebas de su Enchiridion ad Laurentium
y los soldados alemanes se orinaban encima de los niños recién bombardeados.
Triste, triste es el mundo,
como una muchacha huérfana de padre a quien los salteadores de abrazos sujetan contra un muro.
Muchas veces hemos pretendido que la soledad de los hombres se llenase de lágrimas.
Muchas veces, infinitas veces, hemos dejado de dar la mano
y no hemos conseguido otra cosa que unas cuantas arenillas pertinazmente intercaladas entre los dientes.
Oh si San Agustín se hubiese enterado de que la diplomacia europea
andaba comprometida con artistas de variétès de muy dudosa reputación
y que el ejército norteamericano acostumbraba recibir paquetes donde la más ligera falta de ortografía
era aclamada como venturoso presagio de la libertad de los pueblos oprimidos por el endoluminismo.
Voy a llorar de tanta pierna rota
y de tanto cansancio que se advierte en los poetas menores de dieciocho años.
Nunca se ha conocido un desastre igual.
Hasta las Hermanas de la Caridad hablan de crisis
y se escriben gruesos volúmenes sobre la decadencia del jabón de afeitar entre los esquimales.
Decid adónde vamos a parar con tanta angustia
y tanto dolor de padres desconocidos entre sí.
Cuando San Agustín se entere de que los teléfonos automáticos han dejado de funcionar
y de que las tarifas contra incendios se han ocultado tímidamente en las cabelleras de las muchachitas rubias,
ah entonces, cuando San Agustín lo sepa todo
Verso y prosa (Letras Hispánicas): Amazon.es: Otero, Blas de: Librosun gran rayo descenderá sobre la tierra y en un abrir y cerrar de ojos nos volveremos todos idiotas.
[…]

Encuesta

Quiero encontrar, ando buscando la causa del sufrimiento. / La causa a secas del sufrimiento a veces
mojado en sangre, en lágrimas, y en seco / muchas más. La causa de las causas de las cosas
horribles que nos pasan a los hombres. / No a Juan de Yépez, a Blas de Otero, a León
Bloy, a César Vallejo, no, no busco eso, / qué va, ando buscando únicamente
la causa del sufrimiento / (del sufrimiento a secas),
la causa a secas del sufrimiento a veces… / Y siempre vuelta a empezar.
Me pregunto quién goza con que suframos los hombres. / Quién se afeita a favor del viento de la angustia.
Qué sucede en la sección de Inmortalidad / cuando según todas las pruebas nos morimos para siempre.
Sabemos poco en materia de sufrimiento. / Estamos muy orgullosos con nuestro orgullo,
pero si yo les arguyo con el sufrimiento no saben qué decirme. / Mire usted en la guía telefónica,
o en la Biblia, es fácil que allí encuentre algo. / Y agarro la biblia telefónica,
y agarro / con las dos manos la Guía de pecadores… y se caen al suelo todos los platos.
Desde los siete años / oyendo lo mismo a todas horas, cielo santo,
santo, santo, como de Dios al fin obra maestra. / Pero, del sufrimiento, como el primer día:
mudos y flagelados a doble columna. Es horrible.
[…]

Juicio final

 Yo, pecador, artista del pecado, / comido por el ansia hasta los tuétanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos, / estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado / de sombras y de sueños: me confieso
que soy un hombre en situación de hablaros / de la vida. Pequé. No me arrepiento.
Nací para narrar con estos labios / que barrerá la muerte un día de estos,
espléndidas caídas en picado / del bello avión aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparó los brazos, / alardeando de tan alto invento;
plumas de níquel: escribid despacio. / Helas aquí, hincadas en el suelo.
Éste es mi sitio. Mi terreno. Campo / de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al revés. Es mi sitio y no lo cambio / por ninguno. Caí. No me arrepiento.
Ímpetus nuevos nacerán, más altos. / Llegaré por mis pies -¿Para qué os quiero?-
a la patria del hombre: al cielo raso / de sombras ésas y de sueños ésos.
…porque la mayor locura que puede / hacer un hombre en esta vida es
dejarse morir sin más ni más…
[…]

En la inmensa mayoría

 Podrá faltarme el aire, / el agua,
el pan, / sé que me faltarán.
El aire, que no es de nadie. / El agua, que es del sediento.
El pan… Sé que me faltarán. / La fe, jamás.
Cuanto menos aire, más. / Cuanto más sediento, más.
Ni más ni menos. Más.
[…]

 Noticias de todo el mundo

 A los cuarenta y siete años de mi edad, / da miedo decirlo, soy sólo un poeta español
(dan miedo los años, lo de poeta, y España) / de mediados del siglo XX. Esto es todo.
¿Dinero? Cariño es lo que yo quiero, / dice la copla. ¿Aplausos? Sí, pero no me entero.
¿Salud? Lo suficiente. ¿Fama? / Mala. Pero mucha lana.
Da miedo pensarlo, pero apenas me leen / los analfabetos, ni los obreros, ni
los niños. / Pero ya me leerán. Ahora estoy aprendiendo
a escribir, cambié de clase, / necesitaría una máquina de hacer versos,
perdón, unos versos para la máquina / y un buen jornal para el maquinista,
y, sobre todo, paz, / necesito paz para seguir luchando
contra el miedo, / para brindar en medio de la plaza
y abrir el porvenir de par en par, / para plantar un árbol
en medio del miedo, / para decir “buenos días” sin engañar a nadie,
“buenos días, cartero” y que me entregue una carta / en blanco, de la que vuele una paloma.
[…]

Todo

Gracias doy a la vida por haberme nacido. / Gracias doy a la vida porque vi los árboles, y los ríos y el mar.
Gracias en la bonanza y en la procela. / Gracias por el camino y por la verdad.
Gracias por la contradicción y por la lucha. / Gracias por el aire y por la cárcel.
Gracias por el asombro y por la obra. / Gracias por morir; gracias por perdurar


  [El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra, 1982, en edición del autor. ISBN 84-207-1000-8 ]

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