domingo, 9 de noviembre de 2025

Filosofía.- Stephen Law (1960)

 

El problema de la inducción

  «Todos confiamos mucho en el razonamiento inductivo. Suponemos que como el sol ha salido cada día, tenemos una buena base para creer que mañana volverá a salir. Pero si el filósofo David Hume tiene razón, el pasado no proporciona ninguna pista sobre lo que pasará mañana.

 Grandes esperanzas
    La forma más fiable de argumento es la deducción. En un argumento deductivo válido, las premisas suponen por lógica la conclusión. Veamos un sencillo ejemplo:
 Sócrates es un hombre
 Todos los hombres son mortales
 Por tanto, Sócrates es mortal.
 Si afirmáramos que las premisas son ciertas y la conclusión falsa, tendríamos una contradicción lógica. 
 En un argumento inductivo, en cambio, las premisas no tienen por qué proporcionar una garantía lógica de que la conclusión sea cierta. La premisas sólo proporcionan pruebas de que la conclusión es cierta. Por ejemplo:
 El cisne 1 es blanco.
 El cisne 2 es blanco.
 El cisne 3 es blanco.
 El cisne 1.000 es blanco.
 Por tanto, todos los cisnes son blancos.
 Si observamos mil cisnes y todos son blancos, concluimos que todos los cisnes son blancos. Suponemos que las premisas de nuestro argumento son lo bastante razonables para llegar a esa conclusión, pero, por supuesto, no existe ninguna contradicción lógica en suponer que, aunque los primeros mil cisnes que hemos observado sean blancos, el siguiente no lo sea. Confiamos en el razonamiento inductivo muchísimas veces. Siempre que realizamos una predicción sobre lo que sucederá en el futuro, lo que está  a punto de suceder o lo que ha pasado en las partes del universo que no hemos observado, confiamos en el razonamiento inductivo para justificar nuestras afirmaciones.
 Por ejemplo, supongo que la silla en la que estoy a punto de sentarme soportará mi peso. ¿En qué me baso para creerlo? Pues en que la silla siempre ha soportado mi peso, por eso concluyo que en esta ocasión también lo hará. Por supuesto, el hecho de que la silla siempre haya soportado mi peso no me proporciona ninguna garantía lógica de que lo haga ahora. Es posible que la silla se rompa. Aun así, supongo que el hecho de que siempre haya soportado mi peso me proporciona una base para creer que seguirá haciéndolo. Los científicos también confían mucho en el razonamiento inductivo. Construyen teorías que se supone deben mantenerse en todos los momentos y lugares, incluido el futuro. Justifican estas teorías basándose en lo que han observado. Pero las afirmaciones sobre lo que se ha observado hasta ahora no suponen lógicamente afirmaciones sobre el futuro. Por tanto, para justificar estas teorías, los científicos no pueden emplear el argumento deductivo, deben confiar en el razonamiento inductivo.
 
¿La naturaleza es uniforme?
 El filósofo David Hume se cuestiona si tenemos justificación para llegar a esas conclusiones sobre lo que no se ha observado. Hume afirma que cuando razonamos de forma inductiva, realizamos una suposición. Suponemos que la naturaleza es uniforme, suponemos que existen los mismos patrones en toda la naturaleza. ¿Y si no lo supusiéramos? No llegaríamos a las conclusiones a las que llegamos. No concluiría que, como la silla en la que estoy a punto de sentarme siempre ha soportado mi peso, lo soportará ahora. Sólo lo supongo porque creo que las mismas regularidades se extienden a la naturaleza. Pero es aquí donde Hume detecta un problema. Cuando razonamos de forma inductiva, suponemos que la naturaleza es uniforme, pero si queremos justificar nuestra creencia de que la inducción es un método fiable para llegar a creencias ciertas, debemos justificar esta suposición.
 
Justificar nuestras creencias 
 Hume señala que existen dos posibilidades: podemos intentar justificar la afirmación de que la naturaleza es uniforme mediante la experiencia, o podemos intentar justificarla independientemente de la experiencia, quizá demostrando que la afirmación es una especie de verdad lógica. El problema de esta segunda sugerencia es evidente; obviamente, la afirmación de que la naturaleza es uniforme no es una verdad lógica. No existe ninguna contradicción lógica al suponer que, aunque la naturaleza siempre ha sido uniforme, de repente se convertirá en un embrollo caótico y que todo se comportará al azar, de una forma impredecible.
 Sólo queda una posibilidad de justificar la suposición de que la naturaleza es uniforme: tenemos que justificarla apelando a la experiencia. Una forma de hacerlo sería observar directamente toda la naturaleza, así podríamos observar que es uniforme, pero, por supuesto, no podemos observar sino sólo una pequeña parte del universo. Desde luego, no podemos observar el futuro. Por tanto, nuestra justificación deberá basarse en lo que podamos observar directamente. ¿Por qué no podemos observar que la naturaleza es uniforme aquí y ahora y concluir que es probable que lo sea siempre? El problema, por supuesto, es que este pequeño razonamiento es inductivo. Nos estaríamos basando en un razonamiento inductivo para intentar demostrar que éste es fiable. Pero eso es una forma inaceptable e interminable de justificar algo. Sería como justificar lo que dice un médium diciendo que él afirma que es de fiar. Eso no es ninguna justificación.
 Hume concluye que, aunque razonemos de forma inductiva, no tenemos ninguna justificación para suponer que el razonamiento inductivo nos puede llevar a conclusiones ciertas. No tenemos ninguna base para suponer que todo seguirá comportándose de la misma forma que siempre. Sí, creo que esta silla soportará mi peso cuando me vuelva a sentar en ella, que este bolígrafo se caerá si lo suelto y que el sol saldrá mañana, como siempre; pero la increíble verdad es que tengo las mismas razones para pensar que la silla se romperá, que el bolígrafo flotará en el aire y que mañana por la mañana un panda hinchable luminoso de un millón de kilómetros surgirá del horizonte.
 Por supuesto, las conclusiones de Hume parecen una locura. Normalmente opinaríamos que alguien que cree que un panda de un millón de kilómetros sustituirá al sol está loco; pero si tiene razón, esta creencia loca no es menos razonable que la nuestra sobre que el sol saldrá. Las predicciones de un loco no son menos ni más razonables que las de los grandes científicos.     
 
"Por tanto, la guía de la vida no es la razón, sino el hábito, que determina a la mente, en todos los casos, para que suponga que el futuro se ajustará al pasado" (David Hume, "Tratado sobre la naturaleza humana").»


 [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Espasa Calpe, 2008, en traducción de Lexware SCP, pp. 180-183. ISBN: 978-84-670-2606-1.]

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