domingo, 2 de noviembre de 2025

El alcalde de Zalamea.- Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)

Jornada primera
Escena XVII
(Don Lope, con hábito muy galán y bengala; Soldados, un Tambor; Dichos)

 «Don Lope: ¿Qué es aquesto? La primera / cosa que he de encontrar hoy,
acabado de llegar, / ¿ha de ser una cuestión?
 Capitán: (aparte) ¡A qué mal tiempo Don Lope / de Figueroa llegó!
 Crespo: (aparte) Por Dios que se las tenía / con todos el rapagón.
 Don Lope: ¿Qué ha habido? ¿Qué ha sucedido? / Hablad porque ¡vive Dios
que a hombres, mujeres, y casa / eche por un corredor!
¿No me basta haber subido / hasta aquí con el dolor
desta pierna, que los diablos / llevaran, amén, sino
no decirme: "Aquesto ha sido"?
 Crespo: Todo esto es nada , señor.
 Don Lope: Hablad, decid la verdad.
 Capitán: Pues es que alojado estoy / en esta casa: un soldado...
 Don Lope: Decid.
 Capitán: Ocasión me dio / a que sacase con él
la espada: hasta aquí se entró / huyendo; entréme tras él
donde estaban esas dos / labradoras; y su padre
y su hermano, o lo que son, / se han disgustado de que
entrase hasta aquí.
 Don Lope: Pues yo / a tan buen tiempo he llegado
satisfaré a todos hoy. / ¿Quién fue el soldado, decid,
que a su capitán le dio / ocasión de que sacase
la espada?
 Rebolledo: (aparte) ¿A que pago yo / por todos?
 Isabel: Aqueste fue / el que huyendo hasta aquí entró.
 Don Lope: Denle dos tratos de cuerda.
 Rebolledo: ¿Tra... qué han de darme, señor?
 Don Lope: Tratos de cuerda.
 Rebolledo: Yo hombre / de aquesos tratos no soy.
 Chispa: (aparte) Desta vez me le estropean.
 Capitán: (aparte, a él) ¡Ah, Rebolledo! Por Dios, / que nada digas: yo haré
que te libren.
 Rebolledo: (aparte, al Capitán: ¿Cómo no / lo he de decir, pues si callo,
los brazos me podrán hoy / atrás como mal soldado?)
El Capitán me mandó / que fingiese la pendencia,
para tener ocasión / de entrar aquí.
 Crespo: Ved ahora / si hemos tenido razón.
 Don Lope:  No tuvisteis para haber / así puesto en ocasión
de perderse este lugar. / Hola, echa un bando, tambor,
que al cuerpo de guardia vayan / los soldados cuantos son,
y que no salga ninguno, / pena de muerte, en todo hoy.
Y para que no quedéis / con aqueste empeño vos,
y vos con este disgusto, / y satisfechos los dos,
buscad otro alojamiento; / que yo en esta casa estoy
desde hoy alojado, en tanto / que a Guadalupe no voy,
donde está el Rey.
 Capitán: Tus preceptos / órdenes precisas son
para mí.
(Vanse el Capitán, los soldados y la Chispa).
 Crespo: Entraos allá dentro.
(Vanse Isabel, Inés y Juan).
  
Escena XVIII
(Crespo, Don Lope)

 Crespo: Mil gracias, señor, os doy /  por la merced que me hicisteis,
de excusarme la ocasión / de perderme.
 Don Lope: ¿Cómo habíais, / decid, de perderos vos?
 Crespo: Dando muerte a quien pensara / ni aun el agravio menor...
 Don Lope: ¿Sabéis, vive Dios, que es / capitán?
 Crespo: Sí, vive Dios. / Y aunque fuera el general,
en tocando a mi opinión, / le matara.
 Don Lope: A quien tocara, / ni aun al soldado menor,
sólo un pelo de la ropa, / viven los cielos que yo,
le ahorcara.
 Crespo: A quien se atreviera / a un átomo de mi honor,
viven los cielos también, / que también le ahorcara yo.
 Don Lope: ¿Sabéis que estáis obligado / a sufrir, por ser quien sois,
estas cargas?
 Crespo: Con mi hacienda; / pero con mi fama, no.
Al Rey la hacienda y la vida / se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios.
 Don Lope: ¡Vive Cristo, que parece / que vais teniendo razón!
 Crespo: Sí, vive Cristo, porque / siempre la he tenido yo.
 Don Lope: Yo vengo cansado, y esta / pierna que el diablo me dio
ha menester descansar.
 Crespo: Pues ¿quién os dice que no? / Ahí me dio el diablo una cama
y servirá para vos.
 Don Lope: ¿Y dióla hecha el diablo?
 Crespo: Sí.
 Don Lope: Pues a deshacerla voy; / que estoy, voto a Dios, cansado.
 Crespo: Pues descansad, voto a Dios.
 Don Lope: (aparte) Testarudo es el villano: / tan bien jura como yo.
 Crespo: (aparte) Caprichudo es el Don Lope: / no haremos migas los dos.»    

  [El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Acervo, 1979, en edición de Agustín del Saz, pp. 130-133. ISBN: 84-7002-268-7.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: