domingo, 3 de septiembre de 2023

La ética del hacker y el espíritu de la era de la información.- Pekka Himanen (1973)


Pekka Himanen - Wikipedia, la enciclopedia libre
Segunda parte: La ética del dinero

Capítulo 4: La academia y el monasterio
El modelo hacker de aprendizaje

 «Huelga decir que la academia fue influyente mucho antes de que hubiera hackers informáticos. Por ejemplo, a partir del siglo XIX, toda la tecnología industrial (electricidad, teléfono, televisión, etc.) hubiera sido impensable sin el sostén de la teoría científica. La revolución industrial tardía marcó ya una transición hacia una sociedad que se sostenía en resultados científicos; los hackers nos advierten que, en la era de la información, más importante aún que los resultados científicos discretos, es el modelo académico abierto que permite su creación.
 Se trata de un concepto esencial. De hecho, es tan importante que la segunda razón de peso a favor del éxito pragmático del modelo hacker parece estribar en que su aprendizaje se modela como si fuera un nuevo software (que podría considerarse la frontera de su aprendizaje colectivo). Por tanto, su modelo de aprendizaje tiene la misma solidez que el modelo de desarrollo.
 El proceso de aprendizaje característico del hacker empieza con el planteamiento de un problema interesante, sigue con la búsqueda de una solución mediante el uso de diversas fuentes, y culmina con la comunicación del resultado para su exhaustiva composición. Aprender más sobre un tema se convierte en la pasión del hacker. Linus Torvalds aprendió a programar con un ordenador heredado de su abuelo. Supo plantearse los problemas y descubrió que necesitaba saber cómo resolverlos. Muchos hackers han aprendido a programar de un modo igualmente informal, dando curso a sus pasiones. El ejemplo de la capacidad de niños de diez años para aprender cuestiones muy complicadas de programación habla muy a las claras de la importancia de la pasión en el proceso de aprendizaje, a diferencia de lo lenta que les resulta a menudo la educación a sus coetáneos en las escuelas tradicionales.
 Más tarde, los inicios del sistema operativo de Torvalds surgieron de sus exploraciones en el procesador del ordenador que adquirió en 1991. Como sucede en el caso de cualquier hacker, los simples experimentos con un programa que se limitaba a probar las características del procesador, haciendo que escribiera conjuntos de A o de B, pasaron paulatinamente a expandirse en un proyecto de programa capaz de leer grupos de noticias en Internet y, después, a la ambiciosa idea de un sistema operativo. Si bien Torvalds es un programador autodidacta, en el sentido de que ha adquirido sus conocimientos básicos sin asistir a clases, no lo aprendió todo por sí mismo. Por ejemplo, para familiarizarse con los sistemas operativos, estudió los códigos fuentes del Minix de Tanenbaum, así como otras fuentes de información facilitadas por la comunidad hacker. Desde un principio, como hacker genuino, no vaciló nunca en pedir ayuda para enfrentarse a preguntas de áreas en las que aún no era experto.
 Una fuerza primordial de este modelo de aprendizaje estriba en que un hacker, al aprender, enseña a los demás. Cuando se pone a estudiar el código fuente de un programa, a menudo lo desarrolla hasta un estadio ulterior, y otros pueden aprender de su trabajo. Cuando un hacker comprueba las fuentes de información de utilidad procedente de su propia experiencia. Alrededor de diversos problemas se organiza un debate continuado, crítico y en evolución. Y la recompensa por el hecho de participar en este debate es el reconocimiento de los iguales.
 Podría darse el nombre de “Academia red” a este modelo de aprendizaje abierto, ya que se trata de un entorno de aprendizaje en continuo estado de evolución que es creado por los propios hackers. Este modelo de aprendizaje tiene muchas ventajas. En el mundo de la programación hacker, los maestros o ensambladores de fuentes de información a menudo son aquellos que acaban de aprender algo. Esto es beneficioso porque alguien que acaba de adentrarse en el estudio de un tema suele estar en mejores condiciones de enseñarlo a otros que el experto, que ya no lo aborda con el mismo vigor y, en cierto sentido, ya no comprende tan bien cómo piensan los novicios. Para un experto, compenetrarse con alguien que está aprendiendo supone una inevitable simplificación, a la que suele resistirse por razones intelectuales. Tampoco la enseñanza de los principios básicos le suele parecer especialmente satisfactoria, mientras que para un estudiante puede ser en extremo gratificadora, ya que por norma no disfruta de la posición de instructor y generalmente no se le ofrecen suficientes oportunidades para ejercitar sus aptitudes. El proceso de enseñanza comporta también, por su misma naturaleza, el análisis comprensivo de su materia. Para que uno sea realmente capaz de enseñar algo a los demás, debe tenerlo ante todo muy claro él mismo. Mientras prepara el material, debe examinarlo con todo detalle teniendo en cuenta las preguntas y los argumentos contrarios que puedan plantearse.
 Una vez más, el modelo hacker se asemeja a la Academia de Platón, donde los estudiantes no eran considerados puros receptores del conocimiento transmitido, sino que eran tratados como compañeros en el aprendizaje (synetheis). En el enfoque de la Academia, la tarea central de la enseñanza consistía en fortalecer la capacidad del alumno para plantear los problemas, desarrollar las argumentaciones noéticas y avanzar críticas. En consecuencia, la calidad del maestro se identificaba metafóricamente con el arte de la comadrona, de la casamentera, y del maestro de ceremonias en los banquetes. No era tarea del maestro inculcar en los estudiantes un conocimiento preestablecido sino ayudar a que ellos mismos lo engendraran, cada uno desde su propio punto de partida.
 En la comunidad hacker, asimismo, los expertos se consideran neófitos que pueden actuar como críticos, comadronas y simposiarcas en relación a los demás, gracias al conocimiento más profundo que han alcanzado.

La Academia red

   El espíritu de la academia griega y del modelo hacker, sintetizado en la idea de Platón de que “ninguna persona libre debe aprender nada como un esclavo”, difiere por completo del espíritu del monasterio (escuela), resumido en la regla monástica de san Benito: “Al maestro corresponde hablar y enseñar; al discípulo estar callado y escuchar”. La ironía ha querido que actualmente la academia tienda a modelar su estructura de aprendizaje tomando como base el modelo monástico del emisor-receptor. Ironía que, por lo demás, no hace sino amplificarse cuando la academia empieza a construir una “universidad virtual” y el resultado es una escuela monástica informatizada.
 La importancia de la revolución científica del siglo XVII se supone que estribó en el abandono de la escolástica y su sustitución por una ciencia que se afanaba de forma constante en alcanzar nuevos conocimientos. La universidad conservó, no obstante, la jerarquía y el modelo escolástico de docencia, tal como refleja su vocabulario (por ejemplo, «decano» era en su origen el titular de un monasterio). La revolución científica tuvo lugar hace cuatro siglos, pero no encontró ni encuentra su reflejo adecuado en las universidades como base para un aprendizaje basado en la investigación. No parece lógico esperar que los métodos escolásticos de enseñanza formen individuos modernos capaces de pensar por su propia cuenta ni generen un nuevo saber.
La etica del hacker y el espiritu de la era de - Vendido en Venta ... La mayor relevancia del modelo hacker de aprendizaje estriba en recordarnos el potencial existente en la idea original de considerar idénticos el desarrollo académico y los modelos de aprendizaje. Podríamos también utilizar esta idea para crear una Academia red generalizada, en la cual todos los materiales de estudio estarían puestos a libre disposición de cualquiera para su uso, crítica y desarrollo. Al mejorar el material existente en nuevas direcciones, la red no dejaría de producir mejores recursos para el estudio directo de esos temas. A los miembros de la red los impulsaría su pasión por diversos temas y el reconocimiento de sus aportaciones por parte de sus colegas.
 Lógicamente, la expansión y el desarrollo continuos de este material, así como su discusión y examen, serían también el único modo que tendría la Academia red para garantizar los méritos de estudio; y, fiel a su espíritu, los méritos superiores serían concedidos a aquellos logros que demostraran ser los más valiosos para el conjunto de la comunidad de aprendizaje. Una lectura al estilo hacker del material con vistas a criticarlo y mejorarlo (es decir, con la perspectiva de hacer algo, y motivarse uno mismo, con ese material) sería mucho más propicia al aprendizaje que la actual tendencia a una lectura sin más.
 La Academia red seguiría el modelo hacker al crear un todo interrelacionado que abarcara desde el estudiante principiante hasta el investigador más destacado en un campo concreto. Los estudiantes aprenderían a ser aprendices de investigación desde el principio, debatiendo asuntos con los investigadores, y pasarían luego a estudiar directamente las publicaciones de su campo de investigación.
 En la Academia red, cada hito de aprendizaje enriquecería de forma permanente a los demás. En solitario o en compañía de otros, el aprendiz añadiría algo al material compartido. Este modo de plantear las cosas difiere de nuestro modo actual de aprendizaje de usar y tirar, en el cual cada estudiante empieza desde el principio, pasa los mismos exámenes aislado de los otros y nunca se beneficia de las ideas de los demás. Peor aún, terminado el examen el examinador viene a tirar todas las ideas de los individuos a la papelera. Es un proceder tan absurdo como lo sería que cada generación de investigadores tomara la decisión de desechar todos sus resultados (“Ya veo, E = mc2; ¡y qué!, ¡al cesto!”) y dejara que la siguiente generación volviera a empezar desde cero.
 Huelga decir que la realización práctica de la Academia red supone un gran desafío. Por ejemplo, al igual que sucede en el mundo de los hackers e investigadores, es necesaria una estructura guía para la creación colectiva de materiales de aprendizaje. Cuando el material está siendo continuamente adaptado y se expande en nuevas direcciones, aparecen versiones que compiten entre sí. Siempre sucede de este modo en los campos de la programación informática y la investigación científica. Los hackers han resuelto los problemas prácticos que comporta esta dinámica desarrollando lo que dan en llamar “sistemas de versiones concurrentes”: estos sistemas permiten determinar en qué medida las versiones concurrentes difieren tanto respecto de la versión ya existente como unas de otras entre sí. En un plano más teórico, el problema puede resolverse mediante la introducción de evaluadores. Con la ayuda de un sistema de versiones concurrente, un grupo autoorganizado de evaluadores puede decidir entre las diversas versiones y combinar sus ideas, si es necesario.
 Una vez que el hacker nos ha recordado la plena importancia que reviste el modelo académico, resultaría muy extraño que continuáramos nuestra práctica actual de suministrar sobre todo resultados a los estudiantes, sin llegar a inculcarles el modelo académico: un proceso colectivo de planteamiento de problemas, de reflexión sobre los mismos y de formulación de soluciones; un proceso impulsado por la pasión y por el reconocimiento, de las aportaciones socialmente valiosas. La esencia de la academia no reside en sus logros individuales, sino en el propio modelo académico.

El modelo social

   Describir esta posible aplicación general del modelo hacker no implica, por supuesto, esperar que los gobiernos o las empresas la lleven a cabo. Un aspecto central del hackerismo es recordarnos lo mucho que se puede lograr a través del modelo abierto gracias a la cooperación directa entre los individuos. El único límite es nuestra imaginación. Pongamos un ejemplo. El modelo abierto del hacker podría transformarse en un modelo social, llamémosle modelo de libre acceso a los recursos, en el cual alguien anuncia: ¡tengo una idea; esta puede ser mi contribución; por favor, uníos a mí! Si bien esta versión del modelo abierto comportaría también actuación física en un lugar concreto, Internet se utilizaría como un medio efectivo para unir fuerzas y, posteriormente, expandir y desarrollar aún más la idea.
 Por ejemplo, puedo anunciar en Internet mi disponibilidad ocasional para echar una mano a una persona mayor en sus tareas domésticas. Puedo anunciar que ofrezco mi casa para que los niños vengan a jugar después de la escuela. Puedo decir que me encantaría sacar a pasear uno de los perros del vecindario los fines de semana. Quizá la efectividad de este modelo se podría reforzar añadiendo la condición de que la persona que recibiera ayuda se comprometiera también a ayudar a otras. Internet puede utilizarse como un medio para organizar recursos locales. De forma gradual, otros se sumarán a la realización de grandes ideas sociales, y ello generará otras aún más importantes. Se produciría un efecto de autoalimentación, como sucede con el modelo hacker en informática.
 Hemos visto cómo el modelo hacker puede dar grandes frutos en el ciberespacio sin que intervengan como mediadores ni los gobiernos ni las empresas. Queda por ver qué frutos conseguirá la cooperación directa entre los individuos en la realidad de las personas concretas.»

    [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Destino, 2004, en traducción de Ferran Meler Ortí, pp. 64-68. ISBN:  978-8423336371.]

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