"XXV.-De Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Aunque Inglaterra no pretende la monarquía universal, sin embargo, es un gran impedimento para la española, por ser un país muy preparado para la marinería, al disponer de abundantes naves y de soldados, los cuales a menudo saquean las costas de la España del norte y llegan hasta el Nuevo Mundo, donde, aunque no pueden ocupar plazas fuertes, sin embargo sí pueden y hacen muchísimo daño, y podrían un día apoderarse del reino de Bacalaos (1), más cómodo y cercano para ellos. Y ciertamente si el rey de España dominase Inglaterra o a los países de Flandes, inmediatamente se convertiría en señor de Europa y de una gran parte de los países del Nuevo Mundo. Así pues, no pudiendo ocupar esta isla por estar muy bien provista de defensas y de gentes fieras, muy enemigas de España, es preciso defenderse de ellas fortificando los lugares propicios para sus incursiones, o sea, La Coruña, toda la costa de Galicia, León, Vizcaya y todas las costas de los reinos del otro hemisferio y utilizar toda la destreza posible para debilitar sus fuerzas.
Y lo primero que hay que hacer es que se construyan grandes armadas, y ponerlas en La Coruña o Lisboa, y cuando vuelva la flota del Nuevo Mundo mandarlas en su ayuda contra los ingleses o enviarlas a dañar a Inglaterra o a Irlanda. Se debe negociar con pueblos que sean más fieros que los ingleses y más fuertes en las cosas del mar, por ejemplo con los de Dantzig, por medio del rey polaco, unido por su matrimonio con la Casa de Austria, con los suecos, godos, finlandeses, escoceses y con otros pueblos de Escandinavia, Prusia, etc. para que fuesen a saquear a Inglaterra, apartándoles de abordar a la flota española, o bien para que atacasen a la armada inglesa, y conseguir que les combatan, y sería fácil alentarles a tales empresas, o mediante la promesa de un millón de oro a tales naciones, o con la esperanza de obtener los bienes ingleses producto del saqueo. Y una vez comenzada la enemistad, se perpetuarían tales discordias con perjuicio de Inglaterra, pues con una sola vez que se enfrenten por dinero es suficiente, y de ninguna otra nación puede tener miedo Inglaterra más que de éstas, por ser más fieras que ella, más pobladas y más poderosas en el mar.
En cuanto al dominio, las islas de Irlanda y de Inglaterra están desunidas, si bien realmente reside en una isla principal, dividida a su vez en Inglaterra y Escocia, por lo que siempre hubo dos reinos, uno inglés y el otro escocés, y casi siempre estuvieron en guerra entre sí debido a la cercanía, pues sólo les separa un río y algunos montes. Hoy día el rey de Escocia (2) aspira al reino de Inglaterra por la línea de la casa de Jorge por parte de su madre, nieta de Enrique VIII, padre de la reina Isabel. Por tanto, los escoceses esperan apoderarse de Inglaterra al morir Isabel, que ya es muy vieja. Además, el Parlamento de Londres ha conseguido una gran autoridad en Inglaterra, y espera convertirse en República como Holanda, porque por naturaleza los septentrionales quieren vivir en libertad, y no soportan bien a los señores que mandan a baquetazo limpio, dado que siempre los reyes de Inglaterra estuvieron sujetos al senado y a los parlamentos.
Por tanto, aprovechando esta oportunidad, debe España, a través de los sagaces mercaderes florentinos, que negocian en Amberes, y que son menos sospechosos para los ingleses, tratar con aquéllos que tienen algún parentesco en la línea de la descendencia de los reyes anteriores, y prometer en secreto a cada uno de ellos sin que el otro lo sepa, toda la ayuda de España para convertirle en señor universal del reino, o de la mayor parte, llenando así de esperanza a cada uno de ellos, con el compromiso (para colorear el negocio) de que no ataquen para robar las flotas que vienen del Nuevo Mundo; de esta forma todos sentirán aversión por el dominio escocés.
Además, debe prometer también secretamente a David, rey de Escocia, la ayuda de España para que se apodere de Inglaterra, con el compromiso de introducir la religión católica en Inglaterra, por la cual derramó su sangre María Estuardo, su madre, o al menos de no atacar sus flotas. Por otra parte, debe incitar los ánimos de los jefes parlamentarios para que establezcan una república en el reino inglés, diciéndoles que si entra el rey escocés, los dominaría cruelmente por el recuerdo de las anteriores guerras entre ellos y los escoceses. Y así podrá intervenir allí, como podría haberlo hecho en los asuntos de Francia, entrando con sus ejércitos, bajo la excusa de socorrer a aquéllos a los que se lo ha prometido, para dominarlos o al menos para dividirlos en otros tantos diversos potentados de forma que divididos entre sí y agradecidos a España, todos de forma unánime la reverencien sin el menor pensamiento de ofenderla".
(2) Jacobo VI Estuardo (1566-1625)
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