domingo, 25 de diciembre de 2022

La muerte y la doncella.- Ariel Dorfman (1942)


JTM
Tercer acto. Escena 1


  «Está atardeciendo. Gerardo y Paulina están afuera, en la terraza frente al mar, Gerardo tiene una grabadora. Roberto adentro, atado.
   Paulina: No entiendo por qué.
   Gerardo: Necesito saber.
   Paulina: ¿Por qué? (Pausa breve)
  Gerardo: Te quiero, Paulina. Necesito saberlo de tus labios. No es justo que después de tantos años quien me lo diga sea él. No sería… tolerable.
  Paulina:  En cambio si yo te lo digo ¿es… tolerable?
  Gerardo: Más tolerable que si me lo dice primero él.
 Paulina: Ya te lo conté una vez, Gerardo. ¿No te bastó?
  Gerardo: Hace quince años me empezaste a contar y después…
 Paulina: No te iba a seguir contando frente a esa puta, ¿no? Apareció esa puta, saliendo de tu dormitorio medio desnuda preguntándote que por qué estabas tardando tanto, no iba a…
   Gerardo: No era puta.
   Paulina: ¿Sabía ella dónde estaba yo? (Pausa breve.) Sabía, claro que sabía. Una puta. Acostarse con un hombre cuando su mujer no estaba precisamente en condiciones de defenderse, ¿no?
   Gerardo: No vamos a empezar con esto de nuevo, Paulina.
   Paulina: Tú empezaste.
   Gerardo: Cuántas veces te lo tengo que… Llevaba dos meses tratando de ubicarte. Ella pasó a verme, dijo que podía ayudar. Nos tomamos unos tragos y… por Dios, yo también soy humano.
   Paulina: Mientras yo te defendí, mientras tu nombre no salió de mi boca. Pregúntale, pregúntale a Miranda si yo siquiera te mencioné una vez, mientras que tú…
   Gerardo: Ya me perdonaste, ya me perdonaste, ¡hasta cuando! Nos vamos a morir de tanto pasado, nos vamos a sofocar de tanto dolor y recriminación. Terminemos la conversación que interrumpimos hace quince años, cerremos este capítulo de una vez por todas, terminémosla de una vez y no volvamos a hablar de esto nunca más.
   Paulina: Borrón y cuenta nueva, ¿eh?
  Gerardo: Borrón no, cuenta nueva sí. ¿O vamos a estar pagando una y otra y otra vez la misma cuenta? Hay que vivir, garita, vivir, hay tanto futuro que nos…
   Paulina: ¿Y qué querías? ¿Qué te hablara frente a ella? ¿Qué te dijera, me violaron, pero yo no dije tu nombre, frente a ella, que yo te lo…? ¿Cuántas veces?
   Gerardo: ¿Cuántas veces qué?
   Paulina: ¿Cuántas veces le hiciste el amor? ¿Cuántas?
   Gerardo: Paulina…
   Paulina: ¿Cuántas?
   Gerardo: Mi amor.
   Paulina: ¿Cuántas? Yo te cuento, tú me cuentas.
 Gerardo: (desesperado, sacudiéndola y después abrazándola) Paulina, Paulina, Paulina. ¿Me quieres destruir? ¿Eso quieres?
   Paulina: No.
   Gerardo: Lo vas a conseguir. Lo vas a conseguir y vas a quedarte sola en un mundo en que yo no exista, en que no me vas a tener más. ¿Eso es lo que quieres?
   Paulina: Quiero saber cuántas veces hiciste el amor con esa puta.
   Gerardo: No sigas, Paulina. No digas ni una palabra más.
  Paulina: La habías visto antes, ¿no? No fue ésa la primera noche. Gerardo, la verdad, necesito saber la verdad.
   Gerardo: ¿Aunque nos destruya?
   Paulina: Tú me cuentas, yo te cuento. ¿Cuántas veces, Gerardo?
   Gerardo: Dos veces.
   Paulina: Esa noche. ¿Y antes?
   Gerardo: (muy bajo) Tres.
   Paulina: ¿Qué?
   Gerardo: (más fuerte) Tres veces antes.
   Paulina: ¿Tanto te gustó? (Pausa) Y a ella le gustó, ¿no? Le tiene que haber gustado si volvió…
   Gerardo: ¿Te das cuenta de lo que me estás haciendo, Paulina?
   Paulina: ¿Irreparable?
 Gerardo: (desesperado) ¿Pero qué más quieres? ¿Qué más quieres de mí? Sobrevivimos la dictadura, la sobrevivimos, y ahora ¿nos vamos a destruir, vamos a hacernos tú y yo lo que estos desgraciados fueron incapaces de hacernos?
   Paulina: No.
   Gerardo: ¿Quieres que me vaya? ¿Eso quieres? ¿Qué salga por esa puerta y no vuelva nunca más?
   Paulina: No.
Descargar] La muerte y la doncella - Ariel Dorfman en PDF — Libros ...  Gerardo: Lo vas a conseguir. Uno también se puede morir de demasiada verdad. (Pausa) ¿Me quieres destruir? Me tienes en tus manos como si fuera un bebé, indefenso, en tus manos, desnudo. ¿Me quieres destruir? ¿Me vas a tratar como tratas al hombre que te…?
   Paulina: No.
   Gerardo: ¿Me quieres…?
  Paulina: (Susurrando) Te quiero vivo. Te quiero adentro mío, vivo. Te quiero haciéndome el amor y te quiero en la Comisión defendiendo la verdad y te quiero en mi Schubert que voy a recuperar y te quiero adoptando un niño conmigo…
   Gerardo: Sí, Paulina, sí, mi amor.
   Paulina: Y te quiero cuidar minuto a minuto como tú me cuidaste a mí a partir de esa…
   Gerardo: Nunca vuelvas a mencionar a esa puta noche. Si sigues y sigues con esa noche, me vas a destruir, Paulina. ¿Eso quieres?
   Paulina: No.
   Gerardo: ¿Me vas a contar entonces?
   Paulina: Sí.
   Gerardo: ¿Todo?
   Paulina: Todo. Te lo voy a contar todo.
   Gerardo: Así… así vamos a salir adelante… Sin escondernos nada, juntos, como hemos estado estos años, así, ¿sin odio? ¿No es cierto?
   Paulina: Sí.
   Gerardo: ¿No te importa que te ponga la grabadora?
   Paulina: Pónmela. (Gerardo pone la grabadora)
   Gerardo: Como si estuvieras frente a la Comisión.
   Paulina: No sé cómo empezar.
   Gerardo: Empieza con tu nombre.
   Paulina: Me llamo Paulina Salas. Ahora estoy casada con el abogado don Gerardo Escobar pero en ese tiempo…
   Gerardo: Fecha…
   Paulina: El 6 de abril de 1975, yo era soltera. Iba por la calle San Antonio…
   Gerardo: Lo más preciso que puedas…
   Paulina: A la altura de Huérfanos, cuando escuché detrás mío un… tres hombres se bajaron de un auto, me encañonaron, si habla una palabra le volamos la cabeza, señorita, uno de ellos me escupió las palabras en el oído. Tenía olor a ajo. No me sorprendió que tuviera ese olor sino que a mí me importara, que me fijara en eso, que pensara en el almuerzo que él acababa de comerse, que estaba digiriendo con todos los ór­ganos que yo había estudiado en mi carrera en Medicina. Después me reproché a mí misma, tuve mucho tiempo en realidad para pensarlo, yo sabía que en esas circunstancias había que gritar, que la gente supiera que me agarraron, gritar mi nombre, soy Paulina Salas, me están secuestran­do, que si uno no pega ese grito en ese primer momento ya te derrotaron, y yo agaché el moño, me entregué a ellos sin protestar, me puse a obedecerlos demasiado pronto. Siempre fui de­masiado obediente toda mi vida.» 

     [El texto pertenece a la edición en español de Editor digital Titivillus, 1990.]

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