domingo, 16 de julio de 2023

Elevación.- Amado Nervo (1870-1919)


5 poemas de Amado Nervo - Zenda
Amable y silencioso


 «Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
 Amable y silencioso como rayo de luna…
 En tu faz, como flores inmateriales, deben
 florecer las sonrisas.

 Haz caridad a todos de esas sonrisas, hijo.
 Un rostro siempre adusto es un día nublado,
 es un paisaje lleno de hosquedad, es un libro
 en idioma extranjero.

 Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
 Escucha cuanto quieran decirte, y tu sonrisa
 sea elogio, respuesta, objeción, comentario,
 advertencia y misterio…
   Marzo, 5 de 1915.

[…]

Se va una tarde más

 Se va una tarde más… ¿Viviremos mañana?
 ¿Volveremos a veros, crepúsculos de grana?
 ¿Tornaremos a oírte, plañidera campana?
 Se va una tarde más. Suena en la ENCARNACIÓN,
 incomparablemente mística, la oración.
 Se bañan ya de sombra los muros del convento,
 mientras que de la esquila solloza el ritmo lento.
 Quizás en este instante, muchas monjas extáticas
 con el divino Esposo mantienen dulces pláticas,
 y gozan de sublimes caricias interiores…
 En tanto que tú, presa de continuos dolores,
 con tus anhelos libras la más porfiada lucha,
 e inútilmente pides la paz al escondido
 Señor que mora en tu alma; pero que no te escucha,
 porque no lo mereces… ¡o porque está dormido!
 ¡Recuérdalo! Quién sabe si su corazón vela
 para que no zozobre tu barca en la procela…
 Sacúdelo con fuerza si prosigue durmiendo;
 clama en su oreja misma con desusado brío.
 Verás como a la postre despierta sonriendo,
 te ampara entre sus brazos y murmura: «¡HIJO MÍO!».
 Marzo, 16 de 1915.
[…]
 
En paz

 Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
 porque nunca me diste ni esperanza fallida
 ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.

 Porque veo al final de mi rudo camino
 que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
 que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
 fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
 cuando planté rosales coseché siempre rosas.

 … Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno;
 ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
 Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
 mas no me prometiste tú sólo noches buenas,
 y en cambio tuve algunas santamente serenas…

 Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
 ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
 Marzo, 20 de 1915.
[…]

Como el venero
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 Recibe el don del cielo, y nunca pidas
 nada a los hombres, pero da si puedes;
 da sonriendo y con amor; no midas
 jamás la magnitud de tus mercedes.

 Nada te debe aquél a quien le diste;
 por eso tú su gratitud esquiva.
 Él fue quien te hizo bien, ya que pudiste
 ejercer la mejor prerrogativa,
 que es el dar, y que a pocos Dios depara.

 Da, pues, como el venero cristalino,
 que siempre brinda más, del agua clara
 que le pide el sediento peregrino.
 Agosto, 16 de 1915
[…]

“Benedictus”

 Dios os bendiga a todos
 los que me hicisteis bien.

 Dios os bendiga a todos
 los que me hicisteis mal, y que a vosotros,
 los que me hicisteis mal, Dios os bendiga
 más y mejor que a los que bien me hicieron;
 porque éstos, ciertamente,
 no han menester de bendición ninguna,
 ya que su bien en sí mismo llevaba
 toda la plenitud y todo el premio.

 ¡Vosotros, sí, los de mi mal autores,
 necesitáis la bendición del Padre
 que hace nacer el Sol para que alumbre
 por igual a los malos y a los buenos!

Que se derrame, pues, en vuestras almas
la más potente de las bendiciones
divinas, y os dé el don por excelencia:
el don de comprender…
 Marzo, 28 de 1916.»

 

   [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Espasa Calpe, 1973, en edición de Calixto Oyuela, pp. 54-55, 58, 60, 70 y 90. ]  

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