domingo, 19 de enero de 2025

El amigo Manso.- Benito Pérez Galdós (1843-1920)

 

XV.- ¿Qué leería?

 «Éste fue el objeto de mis profundas cavilaciones en el tiempo que tardé en llegar a mi casa y aún me persiguió aquel enigma hasta que me dormí, después de leer yo también un rato. ¿Y cuál fue mi lectura? Abrí no sé qué libros de mi más ardiente devoción y me harté de poesía y de idealidad.
 Al despertar volví a preguntarme: "¿Qué leería?" Y en clase, cuando explicaba mi lección, veía por entre las cláusulas y pensamientos de ésta, como se ve la luz por entre las mallas de un tamiz, la cuestión de lo que Irene leía.
 Cumplidos mis deberes profesionales, fui a almorzar a casa de mi hermano; y ved aquí cómo llegó a serme agradable aquella mansión que al principio tantas antipatías despertaba en mí, por el trastorno que sus habitantes habían causado en mis costumbres. Pero yo empezaba a formarme una segunda rutina de vida, acomodándome al medio local y atmosférico; que es ley que el mundo sea nuestro molde y no nuestra hechura.
 Favorecía mis visitas a la casa de mi hermano su proximidad a la mía, pues en seis minutos y con sólo 560 pasos salvaba la distancia, por un itinerario que parecía camino celestial, formado de las calles del Espíritu Santo, Corredera de San Pablo y calles de San Joaquín, San Mateo y San Lorenzo. Esto era pasearme por las páginas del Año cristiano. ¡Y la casa me parecía tan bonita, con sus nueve balcones de antepecho corrido, que semejaban pentagrama de música! ¡Y eran tan interesantes la tienda, muestra y escaparates del estuquista que habitaba en el piso bajo...! La gran escalera blanquecina me acogía con paternal agasajo, y al entrar me recibía el huésped eterno y fijo de la casa, un fuerte olor de café retinto, que se asociaba entonces a todas las imágenes, ideas y sucesos de la familia, y aún hoy viene a formar en el fondo de mi memoria, siempre que repite aquellos días, como un ambiente sensorio que envuelve y perfuma mis recuerdos.
 El primero que aparecía ante mí era Rupertico haciendo cabriolas, besándome la mano y llamándome Taita. Aquel día me dijo:
 -Mi ama Lica se ha levantado hoy.
 Entré a verla. Allí estaba doña Cándida, hecha un caramelo de sensibilidad, atendiendo a Lica, arreglándole las almohadas en el sillón, cerrando las puertas para que no le diera el aire y al mismo tiempo poniendo sus cinco sentidos en la criatura y en el ama. Las reglas y preceptos que Calígula dictaba a cada momento para que el niño y la nodriza no sufrieran el menor percance, llenarían tantos volúmenes como la Nuevísima recopilación. Ella había buscado el ama y la había vestido, poniéndole más galones que a un féretro, collares rojos y todo lo demás que constituye el traje de pasiega; ella le había marcado el régimen y regulaba las hartazgas que tomaba aquella humana vaca, de cuya voracidad no puede darse idea. Ella corría con todo lo de ropitas, fajas y abrigos para mi tierno ahijado.
 -Tiene toda la cara de tu madre -me decía-, y éste se me figura que va a ser un sabio como tú. Pero ¿has visto cosa más rica que este ángel?
 A mí me parecía bastante feo. Tenía por nariz la trompeta que es característica de todos los Mansos,  y un aire de mal humor, un gesto avinagrado, un mohín tan displicente, que me le figuraba echando pestes de los fastidiosos obsequios de doña Cándida.
 Esta se multiplicaba para atender a todo; y como al muchacho se le ocurriese dar uno de esos estornudos de pájaro que dan los niños, ya estaba mi cínife con las manos en la cabeza, cerrando puertas y riñéndonos, porque decía que hacíamos aire al pasar. Cuando Maximín bostezaba abriendo su desmedida boca sin dientes, al punto gritaba ella: "¡Ama, la teta, la teta!"
 Era el ama rolliza y montaraz, grande y hombruna, de color atezado, ojos grandes y terroríficos, que miraban absortos a las personas como si nunca hubieran visto más que animales. Se asombraba de todo, se expresaba con un como ladrido entre vascuence y castellano que sólo mi cínife entendía, y si algo revelaba su ruda carátula era la astucia y desconfianza del salvaje. Cuando obediente a la consigna de doña Cándida, tomaba al chiquillo para alimentarle y se sacaba del pecho con dificultad un enorme zurrón negro, creía yo que aquello iba a sonar como las gaitas de mi país. Lica estaba muy contenta del ama, y cuando ésta no podía oírlo, decía doña Cándida, radiante de orgullo:
 -No hay mujer como ésta, no la hay... Le digo a usted, Lica, que ha sido una adquisición... ¡Gracias a mí, que la he buscado como pan bendito!... Hija, estas gangas no se encuentran a la vuelta de la esquina. ¡Qué leche más rica! ¡Y qué formalota!... Una cosa atroz, ¿ha visto usted? No dice esta boca es mía.
 Débil, más indolente que nunca, pero risueña y feliz, mi cuñada manifestaba su gratitud con expresiones cariñosas, y Calígula le decía:
 -¡Qué bien está usted!... ¡Qué bonito color! Vamos, está usted muy  mona.
 Y Lica me dijo, como siempre:
 -Máximo, cuéntame cosas.
 -¿Qué cosas ha de contar este sosón? -zumbó mi cínife con humor picaresco-. Que empiece a echar filosofías y nos dormimos todas.
 A pesar de esta sátira, yo contaba cosas a Lica, le hablaba de teatros, actualidades y de las noticias de Cuba.
 La peinadora entró a peinar a Chita, que, mientras le arreglaban el pelo, me obligó a darle cuenta de todas las funciones que en la última quincena se habían dado en los teatros. Yo, que no había ido a ninguna, le decía lo que se me antojaba. Lo mismo Chita que mi cuñada tenían pasión por los dramas y horror a la música y a las comedias de costumbres. Para ellas no había goce en ningún espectáculo si no veían brillar espadas y lanzas, y si no salían los actores muy bien cargados de barbas y vestidos de verde, o forrados de hojadelata imitando armaduras. Odiaban la llaneza de la prosa y se dormían cuando los actores no declamaban cortando la frase con hipos y el sonajeo de las rimas. Compraba Chita todos los dramas del moderno repertorio, y ambas hermanas los leían con deleite entre sorbos de café.»

  [El texto pertenece a la edición en español de Signo editores, 2010, pp. 64-66. ISBN: 978-84-8447-046-5.]

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