La gallina Caracá
 
«Un día, la gallina Caracá estaba en la era picando granos de trigo, cuando sintió que algo le daba un golpe en la cabeza.
 -¡Válgame Dios! -dijo Caracá-. ¡El cielo se está cayendo! Tengo que ir a decírselo al rey.
 Y se fue andando, andando, andando, hasta que se encontró con el gallo Kirikí.
 -¿Dónde vas, Caracá? -le dice Kirikí.
 -Voy corriendo a decirle al rey que el cielo se está cayendo -dice Caracá.
 -¿Me dejas ir contigo? -le dice Kirikí.
 -Claro que sí -le dice Caracá. Y se fueron los dos a decirle al rey que el cielo se estaba cayendo.
 Siguieron andando, andando, andando, y se encontraron con el pato Patoso.
 -¿Dónde vais, Kirikí y Caracá? -dice el pato Patoso.
 -Vamos a decirle al rey que el cielo se está cayendo.
 -¿Me dejáis ir con vosotros?
 -Claro que sí.
 Y se fueron los tres a decirle al rey que el cielo se estaba cayendo. Iban andando, andando, andando, y se encontraron con el ganso Manso.
 -¿Dónde vais, Caracá, Kirikí y Patoso? -les dice el ganso Manso.
 -Vamos a decirle al rey que el cielo se está cayendo.
 -¿Puedo ir con vosotros?
 -Sí, claro.
 Y se fueron los cuatro a decirle al rey que el cielo se estaba cayendo. Iban andando, andando, andando, y se encontraron con el pavo Ochavo.
 -¿Dónde vais, Caracá, Kirikí, Patoso y Manso? -les dice el pavo Ochavo.
 -A decirle al rey que el cielo se está cayendo.
 -¿Puedo ir con vosotros?
 -Claro, claro, pavo Ochavo.
 Y se fueron los cinco a decirle al rey que el cielo se estaba cayendo. Caminaron mucho, mucho, mucho, y se encontraron con el zorro Morro. Y lo mismo:
 -¿Que dónde vais, Caracá, Kirikí, Patoso, Manso y Ochavo?
 -Que a decirle al rey que el cielo se está cayendo.
 -Pero si éste no es el camino del palacio del rey... -les dice el zorro Morro-. Yo conozco el camino. ¿Os lo enseño?
 -¡Ay, sí, claro, muchas gracias, zorro Morro!
 Y se fueron los seis a decir al rey que el cielo se estaba cayendo.  Y caminaron hasta llegar a un agujero muy oscuro y estrecho. Era la entrada de la cueva del zorro Morro. Pero el zorro Morro les dijo a Caracá y a Kirikí, a Patoso y a Manso y a Ochavo:
 -Éste es el camino más corto para llegar al palacio del rey. Seguidme, que yo iré delante de vosotros.
 -Claro que sí, naturalmente, como usted guste, pues no faltaba más.
 Y el zorro Morro se metió en su cueva, pero no fue muy lejos. Se volvió a esperar a Caracá y Kirikí y a Patoso y a Manso y a Ochavo.
 El primero que se metió en la cueva detrás del zorro Morro fue el pavo Ochavo. Y a los cuatro pasos, ¡aum!, el zorro Morro le arrancó la cabeza de un mordisco y tiró el cuerpo del pavo a un rincón. Luego entró el ganso Manso y, ¡aum!, un mordisco, fuera la cabeza y el cuerpo al rincón. Luego entró el pato Patoso, y lo mismo: ¡aum!, el mordisco, el pato descabezado y el cuerpo al rincón. Le llegó el turno a Kirikí, el gallo; se metió en la cueva y, a los tres pasos, ¡aum!, ¡aum! Y al rincón.
 Pero aquella vez el zorro Morro dio dos mordiscos, y entre mordisco y mordisco, el gallo Kirikí tuvo tiempo de gritar a la gallina Caracá que se escapara. Así que la gallina Caracá volvió la cola y echó a correr y se metió en su casa y no le dijo al rey que el cielo se estaba cayendo.»
 
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